Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al Padre, ama al que ha nacido de él. En esto sabemos que amamos a los hijos de Dios: cuando amamos a Dios y guardamos sus mandamientos. Porque este es el amor de Dios: que guardemos sus mandamientos, y sus mandamientos no son gravosos. Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe. ¿Y quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Este es el que vino mediante agua y sangre, Jesucristo; no sólo con agua, sino con agua y con sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio, porque el Espíritu es la verdad. Porque tres son los que dan testimonio: el Espíritu, el agua y la sangre, y los tres concuerdan. Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios; porque este es el testimonio de Dios: que él ha dado testimonio acerca de su Hijo. El que cree en el Hijo de Dios tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, ha hecho a Dios mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado respecto a su Hijo. Y el testimonio es éste: que Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida, y el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida. (1 Juan 5:1-12)
Antes de comenzar, vale notar que en medio de este texto hay una frase trinitaria que no parece ser original, y la he omitido aquí por eso. La doctrina de la Trinidad es cierta y evidente en muchos textos bíblicos. El texto aquí aparece en solo una copia del Nuevo Testamento antes del Siglo XVI. No está presente en traducciones del Nuevo Testamento a otros idiomas en sus primeros 1500 años. Tampoco es citado por cristianos defendiendo la doctrina de la Trinidad en los primeros siglos. Todo esto apunta a la conclusión que la frase fue añadida después de alguna forma. Como veremos el texto tiene más sentido sin la frase agregada.
El enfoque principal de Juan en su Evangelio y en esta carta es la creencia en Jesucristo como el Hijo de Dios. Juan cree que Jesús es Dios y hombre. Juan cree que Jesús es el Mesías enviado para darnos salvación. Juan cree que Jesús es el camino exclusivo al Padre y a la vida eterna. Juan cree que es esencial que todos los cristianos crean igual. En su Evangelio dio mucha evidencia para ayudar y declaró directamente su intención. Y muchas otras señales hizo también Jesús en presencia de sus discípulos, que no están escritas en este libro; pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que al creer, tengáis vida en su nombre. (Juan 20:30-31)
Juan y los otros Apóstoles fueron testigos oculares, y su testimonio es importante. Juan dice aquí que si esto no es suficiente, Dios también dio su propio testimonio. Dio testimonio atreves de la revelación por el Espíritu Santo. Dio testimonio en el momento del bautismo de Jesús cuando su Espíritu descendió sobre él. Dios dio testimonio en la cruz cuando Jesús derramó su sangre. Las tres cosas: el testimonio del Espíritu, el testimonio del agua (bautismo), y el testimonio de su muerte concuerdan para enseñar que él realmente el Mesías y Salvador, Hijo de Dios, Dios y hombre, enviado para dar salvación a todos los que creen en él.
Si en algún momento el cristiano debe decidir entre lo que le dice alguna persona que argumenta otra cosa y el testimonio que Dios mismo ha dado, debe decidir a favor del testimonio divino.
Dios ha hecho mucho para ayudarnos. Debemos estar plenamente convencido de la realidad de Jesús. No es mitología ni leyenda. Jesús no es como figuras de otras religiones. Jesús tiene testimonio y evidencia que podemos examinar libremente. Tenemos que aceptarle por fe solamente porque no estuvimos allí. La fe no es una fe ciega. Es una fe atestiguada por testimonio fidedigno de parte de Dios y hombres y relatado a nosotros por los testigos oculares. Nuestra creencia en Jesucristo está construida sobre un fundamento firme.
Estando plenamente convencidos de estas cosas podemos vencer. Podemos, no solamente defendernos frente ataques por otras religiones y sectas, podemos también proclamarlo con confianza y certeza, sabiendo que es la verdad y que pueda dar salvación a cualquier persona que esté dispuesto a recibir a Jesucristo.
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