
En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte. Y vino a él el profeta Isaías, hijo de Amoz, y le dijo: «Así dice el SEÑOR: ‘Pon tu casa en orden, porque vas a morir y no vivirás.'» Entonces Ezequías volvió su rostro hacia la pared y oró al SEÑOR: «Te ruego, oh SEÑOR, que Te acuerdes ahora de cómo yo he andado delante de Ti en verdad y con corazón íntegro, y he hecho lo bueno ante Tus ojos.» Y Ezequías lloró amargamente. Entonces la palabra del SEÑOR vino a Isaías: «Ve y dile a Ezequías: ‘Así dice el SEÑOR, Dios de tu padre David: «He escuchado tu oración y he visto tus lágrimas; voy a añadir quince años a tus días. «Y te libraré a ti y a esta ciudad de la mano del rey de Asiria, y defenderé esta ciudad.»‘» (Isa 38:1-6)
Uno de los buenos reyes de Judá en el Antiguo Testamento es Ezequías. La historia de Ezequías es realmente asombrosa. Judá había tenido unos reyes muy malos que habían instalado idolatría por toda la nación. Es una nación básicamente perdida en estos momentos. Mientras tanto, desde el norte viene un imperio conquistando varias naciones, incluyendo Israel.
Ezequías asume el trono y empieza a hacer varias reformas. Principal entre estas es la eliminación de idolatría en Judá (en 2016, arqueólogos descubrieron un altar a un ídolo que Ezequías convirtió en W.C.). También hace planes para defender a Jerusalén, entre otras cosas. Allí cuando llega el enemigo para sitiar a Jerusalén Ezequías tiene un problema. Ha dejado de dependerse de Dios. A pesar de sus buenas reformas y religiosidad externa, confía más en su bondad y capacidad. Es disciplinado por Dios. El sitio por el enemigo (Asiria) va mal. Además, Ezequías se enferma fuertemente, y se encuentra a punto de morir.
En medio de todos estos problemas se humilla, clama a Dios pidiendo perdón. Dios oye su oración y responde con sanidad y defiende a Jerusalén. Dios le promete a Ezequías 15 años más de vida y le da una señal de confirmación.
Tristemente, Ezequías sigue luchando con el orgullo. Cuando llega una delegación de una nación lejana, él les muestra toda la riqueza de Jerusalén y el templo. Esta otra nación resulta ser Babilonia que vuelve después y lleva todas estas riquezas.
Ezequías es evaluado como un buen rey, a pesar de sus deficiencias y pecados.
Aquí hay tres lecciones importantes en este breve relato. Primero, mientras no es el caso con todo sufrimiento, nuestro sufrimiento puede ser una oportunidad dada por Dios para llamarnos la atención. Si te encuentras sufriendo, sería un buen momento para un autoanálisis para ver si debes arrepentirte y volver a Dios. Segundo, en Dios existe la posibilidad de un nuevo comienzo. La salvación en Cristo ofrece nueva vida. Si estamos dispuestos a venir a Jesús con humildad y arrepentimiento, Dios está dispuesto a salvarnos. Tercero, nuestros pecados tienen consecuencias. El hecho de venir a Dios y contar con perdón y vida nueva no nos exenta de las consecuencias de nuestras decisiones. Estas consecuencias pueden ser importantes y pueden impactar a muchos. Muchas veces las consecuencias temporales que Dios nos deja vivir sirven para recordarnos y enseñar a otros la gravedad del pecado y la importancia de la santidad. La vida de Ezequías debe enseñarnos a nosotros, no solamente los resultados del orgullo, sino también el peligro de persistir en el pecado.