Lucas nos cuenta que tres mil personas fueron añadidas a la primera iglesia de Cristo en Jerusalén en el día de Pentecostés después de la predicación de Pedro. La iglesia de esta época es conocida como la iglesia primitiva. Con eso queremos decir que es la iglesia de Cristo original. Es la iglesia de Cristo en formación, siendo guiado por los Apóstoles bajo la dirección del Espíritu Santo. Por eso la iglesia primitiva es un modelo para todas las generaciones. En ella, encontramos la iglesia como debe ser. Obviamente la iglesia del Nuevo Testamento no logró perfección en ningún momento. Sin embargo, en sus experiencias y en las enseñanzas y correcciones por los Apóstoles, se ve el patrón divino que la iglesia debería seguir.
En Hechos 2:42 encontramos una breve descripción de lo que la iglesia hacía en sus reuniones. Cuatro elementos principales fueron centrales en sus reuniones y deben ser pilares para cultos en toda iglesia. Estos elementos, hechos bien, aseguran que la iglesia tenga las características que debiera tener.
El primer elemento es la enseñanza de los Apóstoles. Los Apóstoles, con la inspiración y revelación por el Espíritu Santo, prometido a ellos por Jesús mismo en sus discursos en Juan 14, 15 y 16, se dedicaron a enseñar e instruir a la nueva iglesia. Y, la iglesia, por su parte, se dedicaba a recibir las enseñanzas. Estas enseñanzas se encuentran grabadas en lo que hoy llamamos la Biblia, una colección de los escritos de los Apóstoles y sus compañeros. Este elemento de la iglesia primitiva hoy se cumple a través de predicación fiel a la enseñanza neotestamentaria, estudios bíblicos en casa, y lectura bíblica pública en las actividades de la iglesia. Si no hay la verdad del mensaje de Jesús, su Evangelio, no hay por qué tener una iglesia – sería poco más que un club social con un poco más moralidad. La iglesia de Cristo se caracteriza por su fidelidad a la Palabra de Cristo. Los que aceptan a Cristo como Señor y Salvador deben esforzarse para conocer y entender sus enseñanzas, instrucciones, y mandatos.
Un segundo elemento es la confraternidad o comunión. La palabra indica una cierta cercanía y conocimiento entre los hermanos de la iglesia. La iglesia es el conjunto de los cristianos. No es un edificio, ni corporación, y estructura. Es una comunidad dedicada a Cristo, unido en verdad y amor. El amor tangiblemente expresado se ve claramente en Hechos, donde hermanos vendían propiedades para cumplir con las necesidades de otros. La misma palabra traducida aquí como “comunión” es usada por Pablo como sinónimo de la ofrenda, porque cuando ofrendamos a la iglesia, estamos apoyando toda la comunidad y expresando nuestro amor.
Un tercer elemento de las reuniones de la iglesia primitiva es la Cena del Señor. El “partimiento del pan” es más que solamente compartir una comida (lo cual hubiera sido parte de la comunión antemencionada). La Cena del Señor, instituida por Jesús mismo en su última cena. Además de ser importante para el individuo (recordándole físicamente del sacrificio que hizo posible la salvación), también asegura que, en cada culto, Jesús es proclamado. A veces el sermón tiene que tratar un problema, instruir en algo práctico, etc. Pero la Cena siempre predica la muerte de Cristo.
Finalmente, el pasaje menciona la oración. La oración renueva nuestra relación con Dios. Nos recuerda que lo que seguimos no es solamente una serie de dogmas, sino una fe viva y una relación real con nuestro Dios, a través de un Mediador, Jesucristo. La oración saludable incluye alabanzas y acción de gracias, incluye confesión y arrepentimiento, y también incluye peticiones y súplicas.
Con estos elementos siendo pilares en todos los cultos podemos mantener en nuestras iglesias: la sana doctrina, el amor fraternal, la proclamación fiel del Evangelio, y la relación activa con Dios.
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