El clásico del cristianismo

Tenemos aquí dos equipos muy interesantes. Por un lado, tenemos el equipo “boca”. El equipo boca suena bien espiritual. Hablan con positivismo y autoridad. Cantan lindo. Son los primeros en ofrecer una palabra de aliento y ánimo, y ofrecen constantemente “orar por” cosas. Por el otro lado, tenemos el equipo “mano”. Si este equipo quiere ganar tendrán que tener un partido bien ordenado. Tienen que usar su tiempo bien. Tienen que usar bien su energía. Tienen que entregar sus talentos. Tendrán que hacer buen uso de sus recursos económicos.
El partido que estamos viendo tienen algunas condiciones inusuales. La duración del partido no será 90 minutos, sino toda la vida. Es un partido que requiere mucha paciencia y empeño constante. La otra condición inusual es que no será transmitido por televisión, radio, ni redes sociales. Los jugadores no serán famosos tampoco. Es un partido inusual, pero interesante.
Los hinchas del equipo “boca” son muchos. En primer lugar, tenemos los fanáticos fariseos. Siempre salen a apoyar “boca” ya que les gusta el elogio que reciben. Junto con ellos hay famosos de la “palabra de fe” y el “evangelio de la prosperidad”. Son muy buenos para la palabras lindas y vacías. Estarán apoyando su equipo por televisión, radio, internet, y muchos libros.
Los hinchas de la mano son pocos, pero hay que conocerlos. Vamos a entrevistar algunos:
SANTIAGO: La religión pura y sin mancha delante de nuestro Dios y Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y guardarse sin mancha del mundo. Santiago 1:27 Si un hermano o una hermana no tienen ropa y carecen del sustento diario, y uno de ustedes les dice: «Vayan en paz, caliéntense y sáciense,» pero no les dan lo necesario para su cuerpo, ¿de qué sirve? Santiago 2:15-16
JUAN: Pero el que tiene bienes de este mundo, y ve a su hermano en necesidad y cierra su corazón contra él, ¿cómo puede morar el amor de Dios en él? Hijos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad. 1 Juan 3:17-18
JESÚS: ‘Porque tuve hambre, y ustedes Me dieron de comer; tuve sed, y Me dieron de beber; fui extranjero, y Me recibieron; estaba desnudo, y Me vistieron; enfermo, y Me visitaron; en la cárcel, y vinieron a Mí.’ «Entonces los justos Le responderán, diciendo: ‘Señor, ¿cuándo Te vimos hambriento y Te dimos de comer, o sediento y Te dimos de beber? ‘¿Y cuándo Te vimos como extranjero y Te recibimos, o desnudo y Te vestimos? ‘¿Cuándo Te vimos enfermo o en la cárcel y vinimos a Ti?’ «El Rey les responderá: ‘En verdad les digo que en cuanto lo hicieron a uno de estos hermanos Míos, aun a los más pequeños, a Mí lo hicieron.’ Mateo 25:35-40
¿Cuál equipo ganará? ¿En cuál equipo juegas tú?
Bueno, en verdad sabemos que no tenemos que elegir entre sana doctrina expresada en palabras y buenas obras motivadas por amor. La predicación y la vida no son dos equipos. Hay personas que hablan lindas palabras y no tienen la vida cristiana. Hay personas que ordenan su vida en Cristo pero no hablan por vergüenza, timidez, u otra razón. El cristiano verdadero cuida su doctrina y su estilo de vida. El discípulo de Cristo sigue al Señor en enseñanza y práctica. La Biblia es nuestra única fuente de verdad absoluta y tiene autoridad normativa en la fe (creencias, valores, doctrinas, etc.) y la práctica (conductas, estilo de vida, obras, cultos, etc.).