Antisemitismo condenado

Primero que nada, quisiera apoyar la idea de que el antisemitismo es un pecado grave y que debe ser condenado con un fuerte rechazo. Ya que la Biblia claramente enseña que Dios no hace acepción de personas (Hechos 10:34-35; Col 3:11; y muchos otros), no debemos imaginar que el racismo sea aceptable. Los que piensan que los judíos están bajo una maldición especial están equivocados ya que cualquier persona (Jn 3:16, 1 Tim 2:4ss) que venga a Cristo en fe, arrepentimiento y siendo bautizado puede acceder a la salvación en Él. Aunque los Suyos no recibieron bien a su Mesías, a los que sí lo recibieron, les dio derecho de ser llamados hijos de Dios (Jn 1:11-12). Si bien no estoy convencido de que el estado moderno de Israel es el pueblo de Dios (1 Ped 2:5-10) ni de que son parte de la profecía de los tiempos finales (algunos piensan así por Romanos 11, pero creo que la enseñanza de Rom 9-11 es un argumento complejo que los que son de la fe son el pueblo escogido; cf. 2 Ped 3:15-16), no por eso niego el derecho del estado de Israel a existir en paz y a defenderse según los principios de la guerra justa, como cualquier otra nación. Bajo ningún concepto son mis opiniones antisemitas.

Llamado a evitar demonización en posturas sobre Israel

Además, aunque pareciera ser de moda, no comparto mucho la idea de implicar que los que creen como yo – que Dios cumplió con Su plan para la nación de Israel y ahora, en lugar de trabajar con ellos para la venida del Mesías (Rom 9:5; Gál 3) ahora trabaja en un reino que no es de este mundo (Jn 18:36), es decir, un reino espiritual (Heb 12:22). Su reino no está aquí ni allí sino entre nosotros (Lucas 17:21), los que buscamos primero Su reino y justicia; los que hemos sido trasladados de las tinieblas a su glorioso reino (Hechos 26:18; Col 1:13) – tenemos una creencia “satánica”. También en las últimas semanas mis creencias han sido tachadas como “nefastas”. Mientras yo intento investigar en las Sagradas Escrituras con principios de hermenéutica y presento mi caso de manera tranquila. Presento mis conclusiones sin vacilación, pero también sin animosidad hacia mis hermanos en Cristo. Sin lugar a duda, en la fe cristiana tenemos doctrinas que podemos describir como sine qua non. El monoteísmo, la Trinidad, la deidad y humanidad de Cristo, la cruz y resurrección, el plan de la salvación, la inspiración de la Biblia, etc. son doctrinas esenciales para ser cristiano en algún sentido legitimo. No encuentro que una interpretación sobre la condición del estado moderno de Israel y su relación con profecías de los tiempos justo antes del fin pertenecen a esta categoría. Más bien, estoy animando a mis hermanos con diversas posturas a armonía en Cristo. Pero, eso es bastante difícil en el caso de los que dicen que uno tiene una postura “satánica” o, por el otro extremo, los que dicen que uno que apoya a Israel haya sido comprado por alguna conspiración israelí. Con madurez en Cristo debemos tener la madurez de ver que este debate no se trata del centro del blanco, sino de algún otro anillo más retirado del centro.

¿Qué es la teología del reemplazo?

En tercer lugar, también opino que habría que analizar precisamente qué quiere decir uno con la frase “teología del reemplazo”. Si solo quiere decir que el pueblo de Dios es la iglesia de Cristo en lugar de la nación de Israel o que los verdaderos hijos de Dios son los creyentes en Cristo Jesús en un reino espiritual (Marcos 14:62; Hch 2:33; Heb 1:3; Hch 15:15-18; así se cumple Daniel 7, Zac 9, y varias profecías de Isaías y Ezequiel y los demás profetas), está bien. Si quiere decir que la Iglesia ahora posee todas las promesas que pertenecían a Israel, estoy en desacuerdo. Si quiere decir que Dios está en contra de los judíos, estoy fuertemente en desacuerdo (Rom 11). La verdad es que es una terminología ambigua que se ocupa mezclando distintos puntos de vista como si fueran uno solo. Si compruebas que Dios no está en contra de los judíos (lo cual sería correcto), no necesariamente implica que la nación de Israel sigue siendo Su pueblo. Por lo tanto, es más provechoso debatir los puntos en lugar de “la teología del reemplazo”. Y, ese debate debe hacerse de mejor forma.

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