freely-68918Acerca de esta salvación, los profetas que profetizaron de la gracia que vendría a vosotros, diligentemente inquirieron e indagaron, procurando saber qué persona o tiempo indicaba el Espíritu de Cristo dentro de ellos, al predecir los sufrimientos de Cristo y las glorias que seguirían. A ellos les fue revelado que no se servían a sí mismos, sino a vosotros, en estas cosas que ahora os han sido anunciadas mediante los que os predicaron el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas a las cuales los ángeles anhelan mirar. (1 Pedro 1:10-12)

Este texto es uno de varios en el Nuevo Testamento donde nos damos cuenta del privilegio de vivir bajo el Nuevo Pacto. Obviamente hay varios beneficios, pero uno de los más importantes es que podemos conocer a Jesús. Es una ventaja que incluso los profetas del Antiguo Testamento no gozaban. Ellos escribieron profecías acerca del Cristo. Eso vemos desde Genesis hasta Malaquías – hay muchas profecías acerca del Mesías y los cambios que él haría. Sin embargo, los mismos profetas no entendían los detalles de eso. Sabían (por revelación) que escribían acerca de cosas futuros, y para nuestro beneficio. Ahora, no nos conocían por nombre, pero entendían que lo que escribían sería beneficioso para las generaciones después de Cristo.

Según Pedro es posible, en las profecías del Antiguo Testamento reconocer el sufrimiento de Cristo en la cruz y su resurrección y gloria posterior. Después en esta carta cita unos de los pasajes claves. Aquí, solamente menciona el concepto. El hecho de poder leer estas profecías y conocer su cumplimiento es una gran bendición y una gran ventaja que tenemos. No tenemos que poner nuestra fe en algún concepto ambiguo de una persona futura que haría algo importante para salvar a su pueblo. Nosotros conocemos la realidad de Jesucristo que vino, murió y resucitó. Nosotros conocemos la realidad de su gracia.

No tenemos que satisfacernos con saber estos datos y hechos. También podemos conocer a Jesús personalmente. Ahora, nosotros no vemos a Jesús. Pedro reconoce que prácticamente nadie en su audiencia (que reciben y leen esta carta) ha visto a Jesús. Pedro dice de su relación con Cristo: a quien sin haberle visto, le amáis, y a quien ahora no veis, pero creéis en El, y os regocijáis grandemente con gozo inefable y lleno de gloria, obteniendo, como resultado de vuestra fe, la salvación de vuestras almas. (1 Pedro 1:8-9) Aman a Cristo y creen en Cristo. Amar obviamente es parte de una relación personal. También la frase “creer en” indica confianza. No dice aquí que creen que Jesús existe. Dice que creen en él. Han depositado su fe en él. Confían en él para su salvación.

Es la verdad hasta hoy. Aunque algunos proclaman visiones de Jesús, parece que nunca fue algo normal en el cristianismo. Hay unos pocos ejemplos en el Nuevo Testamento, pero aquí y en algunos otros lugares los Apóstoles suponen que nuestra fe es una fe sin haberle visto. Creemos en él basado en evidencia – evidencia histórica, evidencia lógica, profecías cumplidas en él, y la fuerte evidencia de nuestro testimonio personal con vidas transformadas por la salvación que tenemos en él. No es necesario tener visiones de Jesús. Probablemente no nos va a visitar hasta su Segunda Venida. A pesar de eso, creemos que existe y vive, confiamos en él, y le amamos.

No debemos envidiar a los profetas. Nosotros vivimos la realidad que ellos anhelaban ver y entender.

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