Porque la gracia de Dios se ha manifestado, trayendo salvación a todos los hombres, enseñándonos, que negando la impiedad y los deseos mundanos, vivamos en este mundo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Cristo Jesús, quien se dio a sí mismo por nosotros, para REDIMIRNOS DE TODA INIQUIDAD y PURIFICAR PARA SI UN PUEBLO PARA POSESION SUYA, celoso de buenas obras. (Tito 2:11-14)
Después de las instrucciones particulares a varios grupos de personas, Pablo nos da una enseñanza importante acerca de la salvación. En otros momentos hemos visto mucho acerca de lo que Jesús hizo para ganar la salvación – por medio de su muerte redentora en la cruz y su posterior resurrección. Hemos visto también las condiciones que hay que tener para recibir la salvación. Aquí tenemos un poco más acerca del propósito de la salvación.
Sin lugar a duda, un propósito importante de la salvación es la vida eterna y la promesa (y esperanza) de una vida con Cristo después de esta vida. Sin embargo, hay varios pasajes que indican que nuestra salvación tiene propósitos aquí en este mundo también. Y, cuando habla de estos propósitos, la santidad y las buenas obras parecen ser centrales. La salvación nos habilita para una vida santa y esta vida santa es parte de su propósito.
Primeramente, Pablo nos dice que la gracia de Dios nos enseña acerca de la vida que debemos llevar – negando impiedad e impureza, y que las cualidades de nuestra vida deben ser sobriedad, justicia, y piedad. Es un poco sorprendente escuchar que la gracia de Dios nos lleva a santidad. Normalmente, la acusación es que énfasis en la gracia motiva desorden y pecado. Pablo, sin embargo, ve la gracia y la santidad personal lógicamente conectadas, no contradictorias como algunos podrían pensar. Hablando de la gracia en Romanos 6 y la posible objeción de los judíos de que uno podría justificar más pecado para que la gracia abunde, Pablo habla de la conexión entre la gracia y la vida justa y santa. La gracia nos enseña (gráficamente, nuestro bautismo) que Dios nos ha hecho morir al pecado y resucitar con novedad de vida, libres para escoger servicio a Cristo. Si uno realmente ha comprendido lo que es la salvación y sus implicancias, eso debe motivar una vida transformada. Luchamos con tentación y pecado, pero no somos esclavos de estos deseos mundanos. Podemos negarlos y perseguir santidad.
Después, Pablo enseña que es junto con la buena vida en Cristo que podemos esperar con confianza la segunda venida de Jesús, el juicio y nuestra vida eterna. Cuando uno anda en pecado, la idea de la muerte, el juicio, y la segunda venida es una idea que da miedo y agitación. Pero, cuando uno vive una vida santa puede tener confianza. No es que la santidad gana la salvación, sino que la vida santa es el fruto visible que confirma que hemos recibido la salvación y el Espíritu Santo y que estamos andando bien. La santidad es la evidencia de la presencia de Cristo en nosotros – evidencia para el mundo y para uno mismo.
Finalmente, Pablo afirma que nuestro Salvador y Dios (Jesús) quiere rescatarnos de la iniquidad (pecado) y formar un pueblo que purificado que busca hacer buenas obras. Intensamente, Cristo desea tener cristianos que forman un pueblo que rechaza el pecado y hace justica. Jesús quiere vernos piadosos y serviciales.
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