Porque nosotros también en otro tiempo éramos necios, desobedientes, extraviados, esclavos de deleites y placeres diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles y odiándonos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor hacia la humanidad, Él nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino conforme a su misericordia, por medio del lavamiento de la regeneración y la renovación por el Espíritu Santo, que Él derramó sobre nosotros abundantemente por medio de Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia fuésemos hechos herederos según la esperanza de la vida eterna. Palabra fiel es ésta, y en cuanto a estas cosas quiero que hables con firmeza, para que los que han creído en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles para los hombres. (Tito 3:3-8)
El estado antes de la salvación descrita en este pasaje tal vez no es la descripción más chocante. Otras descripciones por Pablo y Pedro mencionan más pecados con más detalle. Sin embargo, en esta carta abreviada, es bastante amplio. Las señales de la vida sin Cristo son necedad, desobediencia, esclavitud a placeres, vicios y envidia, junto con el odio hacia los demás. Los inconversos demuestran distintos grados de estas características, pero siempre tienen algo. Para Pablo, un judío criado para obedecer el Antiguo Testamento, igual estas cosas son verdad. Tenía su arrogancia, tenía envidia del éxito del cristianismo, odiaba a los que no seguían el judaísmo tradicional, y cumplió con sus deseos, participando en el martirio de Esteban. Los paganos podrían identificarse con las mismas características, expresadas en otras formas: placeres como alcoholismo e inmoralidad sexual, buscando ganancia, fama y poder, etc. Todos los que andan sin Cristo, de alguna forma, viven estas condiciones en algún grado.
El momento de la salvación aquí describe varios aspectos. Describe la fuente de la salvación: nuestro Trino Dios y Salvador: el Padre, el Hijo Jesucristo, y el Espíritu Santo. Dios, en su gracia y misericordia, sin considerar obras de justicia de parte nuestra, nos salva mediante un lavamiento. El lavamiento (bautismo en agua) es para recibir regeneración y renovación (obras hechas por el poder del Espíritu Santo). Estas palabras hablan de la nueva vida que tenemos en Cristo. Otros pasajes hablan de estos conceptos con metáforas como: nacer de nuevo (Juan 3:5ss), resurrección espiritual (Colosenses 2:12-13), novedad de vida (Romanos 6:4), nueva criatura (2 Corintios 5:17), entre otras. También, Pablo reconoce el aspecto legal de la salvación, la justificación (perdón de pecados), aunque no es el enfoque de este pasaje. Ratifica que la justificación (como la regeneración) es exclusivamente por gracia.
La vida después de la salvación también se menciona en este texto. En primer lugar, Pablo presupone un contraste con la vida anterior. Es decir, las características de la vida antes de haber recibido a Cristo no deben tener un lugar prominente en la vida después del lavamiento. Por supuesto, todos luchan contra algunas tentaciones de la vida anterior, pero el contraste debe ser notorio. Junto con eso, debemos ver la esperanza de ser heredero en el cristiano regenerado. Esta esperanza nos motiva a perseverar en adversidad y también nos da un gozo profundo a pesar de circunstancias negativas. Finalmente, en este pasaje, Pablo insta a los cristianos a hacer buenas obras. Un deber importante de los ministros, como Tito es volver a recordar a los cristianos a que deben hacer buenas obras siempre, como un estilo de vida.
3 comentarios sobre “Tito 3– La salvación transformadora”