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Y este es el mensaje que hemos oído de Él y que os anunciamos: Dios es luz, y en Él no hay tiniebla alguna. Si decimos que tenemos comunión con Él, pero andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad; mas si andamos en la luz, como Él está en la luz, tenemos comunión los unos con los otros, y la sangre de Jesús su Hijo nos limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a Él mentiroso y su palabra no está en nosotros. (1 Juan 1:5-10)

Entre los cristianos fieles hay algunos textos bíblicos que causan angustia. En 1 Juan encontramos algunos de estos pasajes. Aquí encontramos la clase de pasaje que tantas veces provoca esta sensación. ¿Por qué provoca ansiedad en algunos? Porque destaca una contradicción aparente en nosotros – entre lo que somos y lo que debemos ser.

Nosotros sabemos que somos salvos por la gracia y misericordia de Dios. Sabemos que no es nada bueno que hubiéramos hecho que nos salva. No es nuestra bondad. No es por nuestra asistencia en los cultos de la iglesia. No es por el diezmo ni ofrendas. No es porque hemos evitado más pecados que los demás. Es solamente porque Dios ofrece la salvación a todos los que reciben a su Hijo. Dios ofrece la salvación gratuitamente.

Por la otra mano, sabemos que Dios espera ciertas cosas de nosotros. No somos salvos por nuestra bondad, pero Dios espera ver bondad en nosotros. No somos salvos por las ofrendas, pero Dios demanda ofrendas generosas. No somos salvos por cultos, pero Dios pide asistencia fiel.

El conflicto surge en nosotros cuando vemos qué tan lejos estamos de las expectativas de Dios. Juan dice aquí que si uno dice que tiene comunión con Dios pero anda en tinieblas, es un mentiroso – es decir, no tiene comunión de Dios. Y hay unas realidades que tenemos que enfrentar.

Sabemos que tener comunión con Dios debe transformar nuestras vidas. Juan dice que Dios es luz. Él ilumina nuestros corazones y nuestras mentes. Él sabe más acerca de nosotros que nosotros mismos. Su Palabra es una lampara para iluminar nuestra senda. Lo que Juan dice es la verdad, hay que dejar que la luz de Dios transforme nuestras vidas. Hay que permitirle señalar las cosas que debemos cambiar. Hay que dejarle cambiar costumbres dañinas y pecaminosas. La luz necesariamente cambia la oscuridad. Entonces, si uno anda en pecados (es su estilo de vida) proclamándose cristiano, hay un problema.

Pero Juan (y Dios, obviamente) sabe que no viviremos sin pecado alguno. Y, por eso exige la humildad de admitir que somos pecadores y que hemos pecado. Las condiciones básicas de la salvación son fe, arrepentimiento, y bautismo. El bautismo es un evento en un momento determinado, mientras la fe y el arrepentimiento son cosas que deben continuar en nuestras vidas si queremos mantenernos en la fe. Cuando Juan habla de confesar para que Dios nos perdona, no da instrucciones a incrédulos acerca de cómo ser salvo. Más bien, da instrucciones a los cristianos. Nosotros tenemos que mantener nuestro arrepentimiento. Cuando pecamos debemos identificar el pecado (con la ayuda de la Palabra de Dios), odiar y repudiar el pecado (buscar no andar en el pecado), y reorientar nuestra vida para acercarnos más a Dios. Estas cosas requieren humildad. Es más común ignorar, explicar, justificar, y normalizar nuestros pecados. En orgullo y arrogancia ponemos nuestros deseos por encima de la voluntad de Dios. Lo que Dios pide es humildemente admitir nuestros pecados y buscar cambios con su ayuda.

No creo que este pasaje indica que perdemos la salvación cada vez que pecamos hasta orar y confesar el pecado. La salvación no es como un yoyo. Habla aquí de la actitud de un espíritu de arrepentimiento. Nos pide renunciar el pecado, y si pecamos admitirlo y volver a nuestro camino iluminado.

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2 comentarios sobre “El pecado y el cristiano– 1 Juan 1:5-10

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