Hijitos míos, os escribo estas cosas para que no pequéis. Y si alguno peca, Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Él mismo es la propiciación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero. Y en esto sabemos que hemos llegado a conocerle: si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo he llegado a conocerle, y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en él verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado. En esto sabemos que estamos en Él. El que dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo. (1 Juan 2:1-6)
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El cristiano es un pecador perdonado. Mientras Juan ha instado a los cristianos a no seguir andando en sus pecados y no tener un estilo de vida pecaminosa, también reconoce la realidad de nuestras vidas. Es preferible que no sigamos pecando, pero cuando caemos, si mantenemos nuestra fe y arrepentimiento, Jesús nos defenderá. Será nuestro abogado, defendiéndonos contra el acusador ante el Juez.
La palabra propiciación habla de un sacrificio que absorbe la ira de Dios. Habla de cómo la muerte de Jesús pagó el precio de nuestros pecados y de los pecados de todo el mundo. Esto indica que Jesús murió por todos y su perdón es suficiente para todos. En punto, solamente los que andan con Cristo tienen el beneficio. Solamente los que son sus seguidores han tenido este bono acreditado a su cuenta. Pero está disponible para todos.
Entonces, los que andan en pecados realmente no andan en Cristo. Los que andan en Cristo, no andan en pecados. Pero, los que andan en Cristo pecan igual en instancias. Entonces, si el pecado en sí no indica si uno anda en Cristo o no, ¿cómo podemos identificar si uno anda en Cristo o no? Juan da la respuesta: si guardamos sus mandamientos. Aquí hay tres aspectos de guardar los mandamientos de Dios para poder hacer bien esta evaluación.
Guardar los mandamientos implica reconocer la autoridad de los mandamientos. Primeramente, hay que conocer la Palabra de Dios y reconocer que uno debe someterse a sus instrucciones. Si Dios es nuestro Soberano y Cristo nuestro Señor, Rey, y Amo someternos a sus mandamientos una obligación moral. Es fundamental ver y aceptar estas cosas. Él debe ser la autoridad en mi vida.
Guardar los mandamientos implica enfocarse en los mandamientos. Si aceptamos la verdad anterior, hay que después estudiar, meditar, y reflexionar sobre sus palabras. El cristiano que reconoce el señorío de Jesús debe estudiar sus palabras con entusiasmo. Nuestro dueño se ha comunicado con nosotros. Nuestro Dios omnipotente nos mandó sus instrucciones. No es algo casual. No es algo de rutina. Es maravilloso. Es un deber y un privilegio poder estudiar su Palabra para poder entenderla y aplicarla a nuestras vidas.
Guardar los mandamientos implica amoldar la vida a los mandamientos. Y, la aplicación de los mandamientos a nuestras vidas debe ser el resultado de todo eso. Es más que la observación de una lista de quehaceres y prohibiciones. Los mandamientos de Dios, bien entendidos deben transformar nuestra forma de pensar. Debemos empezar a evaluar nuestras actitudes, valores, y acciones bajo el paradigma que Dios nos ha comunicado. El cristianismo es una cosmovisión que puede cambiarnos desde adentro hacia afuera.
El que anda como Jesús anduvo y realmente le conoce y permanece en él, es el que guarda sus mandamientos.
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