Nueva vida en Cristo
Ahora Pablo llega al tema de la vida práctica del cristiano. El cristiano debe apartarse de maldad y cultivar las cosas buenas en su vida. Pablo habla no solamente de acciones, sino que también habla de deseos, actitudes, y valores. Los cambios que el cristiano debe ver en su vida, producto de la transformación que Dios hace en uno a través de la morada del Espíritu Santo, es un cambio de trasfondo. No consiste en solamente resistencia contra las tentaciones que enfrentamos, sino un cambio de la mente y el corazón. Debemos deshacernos de la futilidad mental e ignorancia, sensualidad, impureza, avaricia, malos deseos, deshonestidad, rabia y rencor descontrolado y persistente, robo, discurso corrompido, amargura, ira, calumnia, y maldad. Mientras tanto debemos cultivar: la verdad de Cristo, renovación mental, el ideal de ser como Cristo en rectitud y santidad, discurso honesto y edificante, trabajo honesto y productivo, bondad, mansedumbre, y perdón. Hay mucho allí, y cada uno probablemente, puede identificar varias áreas de su vida que todavía deben ser transformadas – cosas negativas que hay que evitar o cambiar, y cosas positivas que hay que formar o perfeccionar. Es un proceso largo y arduo, y un proceso que cada cristiano debe tener por meta y anhelo.
Entristecimiento del Espíritu Santo
El Espíritu Santo quiere obrar en nosotros para generar todos estos cambios. Quiere santificarnos. Pero, la santificación es un proceso cooperativo entre el cristiano y el Espíritu Santo. Dios no nos posea a través de su Espíritu como alguna posesión demoniaca. Él nos deja con nuestro libre albedrío. Tenemos la capacidad de decidir entre el bien y el mal. Tenemos la capacidad de dejar que el Espíritu haga esta obra en nosotros o impedirle para que su obra no lleve fruto en nosotros. En eso vemos que el Espíritu Santo no es una fuerza impersonal, como en algunas religiones y teologías, sino una Persona divina, con emociones. Su obra puede ser frustrado y él puede ser entristecido. Justamente eso pasa cuando el Espíritu quiere transformarnos y no le permitimos obrar. Las vías principales de resistir su obra santificadora son: 1) desnutrirnos por no leer su Palabra ni participar en cultos regularmente, 2) alejarnos de Dios cuando estamos en pecado o tentación, y 3) preferir el pecado por el placer o ganancia que genera por sobre la santidad.
Entonces, si no queremos obstaculizar la obra del Espíritu Santo en nosotros, debemos: 1) leer su Palabra y memorizarla, 2) congregarnos con frecuencia, 3) orar y pedir la ayuda del Espíritu constantemente y en el momento de crisis, y 4) estar convencido que la justicia y santidad es mucho mejor, a largo plazo, que cualquier ganancia o placer generado por el pecado. A esto seguramente uno podría agregar unas cosas, y profundizarse mucho más. Pero, si podemos hacer estas cosas, ya sería un buen comienzo.
Espero que tú, lector, pueda incorporar las ideas de Efesios 4 en tu vida, en tu mentalidad, y en tu corazón. Si perteneces a Cristo debes querer ser transformado en él también para llegar a la madurez que él quiere ver en ti.