Si uno quiere correr una carrera uno tiene que prepararse. Se necesitan varias cosas, pero sobre todo uno necesita disciplina. Uno tiene que tener la disciplina para programar su preparación y seguir un régimen adecuado para lograr el objetivo de estar en estado físico para entrar en la carrera y correr con éxito y sin provocar daños. La misma verdad se aplica si uno quiere un buen trabajo. Tiene que programar estudios y actividades para prepararse para los requisitos para el trabajo y para tener un buen currículo vitae y para pasar el proceso de entrevistas, etc. Muchas cosas de esta vida tienen disciplina personal y auto-control como un ingrediente primordial.

La fe cristiana también es así. La Biblia llama los discípulos de Cristo a una vida de disciplina. Como atleta preparándose para los juegos olímpicos o un soldado en entrenamiento para servir su país, el cristiano tiene que mantener una mentalidad de disciplina, siguiendo un régimen para estar preparado para enfrentar los desafíos de la vida según la voluntad de Dios con éxito y sin provocarse daño.

Antes de empezar un régimen es necesario tomar en cuenta cual es la meta. Uno tiene que saber para qué está entrenando. ¿Qué estado físico requiere? ¿Cuáles requisitos académicos puede tener? La vida de un discípulo de Cristo presenta varias metas: amor, santidad, verdad, humildad, fidelidad, servicio, evangelismo, haciendo más discípulos de Cristo, etc. Identificando cómo se ve la meta ayudará en reconocer los requisitos. ¿Puedes pensar en cómo se ve la meta? Si pensaste en Cristo, ¡Sí! El discípulo de Cristo aprende de Cristo para ser llegar a ser como Cristo y llevar otros a ser discípulos también. El objetivo de nuestra disciplina debe ser como Cristo. Después de reconocer la meta, hay que hacer algo emocionalmente difícil y complicado – una autoevaluación. Es necesario honestamente y humildemente evaluar su estado personal. Puede ser doloroso ver las fallas que uno tiene. Es fuerte confesar pecados, incluso a sí mismo. Es complicado admitir flojera y mal estado. Esto no se trata de autodegradación sino de evaluación honesta, un inventario de cualidades, valores, actitudes, actividades y creencias en relación a las que debe manifestar para cumplir con el objetivo. Cuando uno conoce la meta y la ubicación actual puede planear la forma de llegar a su destino. Tener la meta en la mente y conciencia honesta de su estado actual es la forma de mantenerse en un buen rumbo.

Cuando uno tiene el trayecto que necesita tomar para avanzar desde donde está hasta la meta, puede empezar a programar pasos para lograrlo. Ayuda mucho poner objetivos intermedios, que son medibles y alcanzables. Uno puede decir, por ejemplo, que conocimiento bíblico es importante para hacer discípulos. Tomando un inventario honesto, tal vez uno reconoce que su conocimiento no es adecuado. Si fuera así, podría programar un régimen para rectificar la situación y llegar a su meta. Asistir a un estudio bíblico, leer diariamente la Biblia, y pedir ayuda de un ministro son pasos medibles que uno podría programar.

El otro aspecto en la disciplina es poder aceptar corrección externa cuando sea necesario. La Biblia habla de Dios como un Padre que corrige (disciplina) a sus hijos porque los ama. El cristiano debe aprovechar corrección para mejorar su vida. La disciplina divina puede motivar a uno a enfocarse de nuevo en las metas, a evaluarse más profundamente, y a seguir mejor los pasos necesarios para avanzar hacia la meta.

1 Corintios 9:24-27; Hebreos 12:5-17; Proverbios 12:1; Apocalipsis 3:19; 2 Timoteo 1:7; Tito 2:2-12; 2 Corintios 13:5; 1 Corintios 11:28; 1 Timoteo 4:7-8

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s