Algunos cristianos temen la “bibliolatría”. Su idea es que la Biblia se puede elevar de sobremanera, alcanzando un nivel paralelo a Jesús en la fe de algunos. Solamente Jesús murió por nosotros. Es Jesús que realmente es “Palabra de Dios” (“el Verbo”, como sale en muchas traducciones). El hecho de elevar un libro al nivel de Dios es peligroso. Los cristianos deben siempre recordar que Jesús es más importante que palabras escritas. Estas son las ideas citadas los que no quieren elevar mucho a la Biblia.

Es una idea que considero bien errado en algunos sentidos importantes. Ahora, tienen razón de que es Jesús quien murió en la cruz y es, como dijo él, el único camino al Padre. No hay ningún sustituto – solo en Jesús hay salvación. La Biblia no es nuestro Dios. Pero, si decimos solamente eso sería fácil olvidar que la Biblia es la Palabra de Dios. Dios hizo una gran labor a lo largo de dos mil años, en docenas de autores, en distintos continentes, en varias naciones y culturas – todo para darnos su comunicación grabada en palabras escritas.

La Biblia, si es la Palabra de Dios, es digna de ser creída y observada. Si es la comunicación fidedigna del Dios omnipotente, debe ser nuestra fuente normativa de doctrina para la fe y la práctica. Debe ser nuestra fuente principal de teología y moralidad. Debe informar todas nuestras decisiones. La Biblia misma es clara acerca de eso – Pablo dice que el Antiguo Testamento tiene las “palabras de Dios mismo” (Romanos 3:2), Hebreos cita la Escritura como las palabras del Espíritu Santo (Hebreos 3:7, p.ej.), y Jesús citó el Antiguo Testamento indicando que “la Escritura no se puede violar” (Juan 10:35). Además, Pedro señala que los escritos de Pablo son Escritura (2 Pedro 3:15-16) y Pablo cita los Evangelios como Escritura (1 Timoteo 5:18 — Lucas 10:7).

El hecho es que no podemos separar la autoridad de una persona de la autoridad de sus palabras. Un soldado no puede decir que respeta a su general, pero no reconoce la autoridad de su ordenes verbales. Sería castigado por insubordinación porque la autoridad de una persona se expresa en sus palabras. Si la Biblia es la Palabra de Dios, lleva la autoridad de Dios.

Por todo eso, podemos decir, en una forma real, que la Biblia es central en nuestra fe. Podemos elevar a la Biblia sin temor. Podemos creerla y guardarla, porque creerla y guardarla es creerle a Dios. No debemos dejar de adorar a nuestro Dios trino exclusivamente. Tampoco debemos pensar que podemos insultar y menospreciar a su Palabra sin hacer lo mismo a él.

La Biblia es un fundamento y cimiento firme para nuestra fe. No es malo reconocer esto y aferrarnos a la verdad. Hay que recordar a los cristianos que erroneamente menosprecian a la Biblia que en ella tenemos las palabras autoritativas de nuestro Señor – no solamente en las letras rojas; en todo lo que él inspiró por su Espíritu Santo.

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