El caso de Ananías y Safira en la iglesia primitiva es chocante para algunos cristianos. A veces tenemos la idea errónea de que Dios fue severo en el Antiguo Testamento y es misericordioso en el Nuevo Testamento. Viendo las historias de Jesús frente pecadores de varias clases: la adultera, los recaudadores deshonestos, y hasta un rebelde siendo crucificado a su lado, pensamos en el amor, ternura, mansedumbre y compasión que Jesús demostró constantemente. Es fácil pasar por alto Juan el Bautista y Jesús llamando los fariseos víboras, tumbas blanqueadas, etc. No estudiamos con frecuencia los ayes de Jesús cuando dice que el día de juicio será más tolerable para Sodoma y Gómora que para los líderes que le había rechazado. Hay otros casos también en el Nuevo Testamento, como Jesús espantando a los mercaderes en el área del templo y un caso que se verá más tarde en Hechos donde Pablo ciega a un cierto hombre.

Aparte de eso, Dios, en el Antiguo Testamento también fue misericordioso para con su pueblo. Si bien los disciplinó, fue después de años y décadas de amonestación. Todo el proceso de disciplina también fue motivado por su amor, deseando que Israel llegara a ser el pueblo apto para la venida del Mesías… y, funcionó.

Dios es el mismo Dios ayer, hoy y siempre. Jesucristo tampoco vacila o cambia en su esencia y sus características perfectas. Hoy, todos saben que Dios es amor. Enfatizan este atributo. Dios es santo también. Jesús vino lleno de gracia y verdad. Dios es misericordioso y es fuego consumidor. Estas cosas no son contradicciones. Son partes de la naturaleza perfecta de Dios. Solamente parecen opuestas y contradictorias en la presencia del pecado.

La disciplina divina en este caso es obvia por la palabra inspirada de Pedro, avisando que morarían por su pecado de haberle mentido al Espíritu Santo, presentando la ofrenda de una porción de una venta voluntaria de una propiedad como si fuera el total.

[Algunos malentienden el caso, pensando que ellos tenían que vender y dar todo a la iglesia como algún tipo de economía socialista. La meta del cristianismo no es comunismo/socialismo de ninguna forma. Los cristianos de esta época vendían propiedades para suplir necesidades de forma voluntaria y en un caso muy especial (una iglesia que creía que Jesús volvería inminentemente y que se encontraba en Jerusalén, lejos de los hogares y trabajos de los hermanos allí). Así que, su pecado no es de dar una porción en lugar de la totalidad (Pedro lo deja claro en el texto al decir que la propiedad les pertenecía y el dinero estaba bajo su poder), es la falsedad de dejar a todos creer que habían dado un porcentaje mayor – en este caso, el 100%.]

Junto con recordarnos de la severidad de la santidad de Dios, incluso en la iglesia de Cristo en el Nuevo Testamento, también nos recuerda de la importancia de la honestidad económica. Escándalos en las iglesias dan a incrédulos y enemigos de la iglesia argumentos y pretextos para desacreditar toda la iglesia universal, el cristianismo y Dios mismo. Las iglesias, su liderazgo y sus miembros deben llevar honestidad y moralidad ejemplar para su propia santidad y para evitar escándalos innecesarios y vergonzosos.

Volviendo al tema general de la santidad, Dios actuó para preservar la integridad de la iglesia primitiva en una forma muy evidente y fuerte. Tal vez hoy no opera con los mismos métodos, pero podemos confiar que él es tan justo hoy como en este entonces. Los pecados tienen consecuencias terrenales. A veces nos parece que algunos salen exentos de castigos y disciplinas. Pero, si en este mundo pueden mantener el secreto o escaparse de la justicia, no será siempre el caso. Pecados escondidos serán expuestos en el día de juicio. Dios quiere una iglesia santa.

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