Hechos 6 es un capitulo que tiene una riqueza sorprendente considerando la simplicidad del contenido. Es un capitulo breve, describiendo en primer conflicto mayor de la iglesia, su resolución, e introduce a Esteban, un siervo fiel que figura solamente en un capitulo y medio de Hechos.
Una de las cosas más interesantes del capítulo es lo que uno puede ver y aprender del liderazgo en este capítulo de Hechos. Este será en enfoque de este breve artículo.
Dos oficios
En el libro de Hechos, hay un caso muy especial ya que sucede en la época de los apóstoles. Ya que no hay apóstoles después del primer siglo hay cosas irrepetibles en Hechos. Sin embargo, a lo largo de la historia de la iglesia, la relación entre los apóstoles y los siete hombres escogidos para ayudar en el servicio de la distribución de los alimentos. Los apóstoles tienen un deber especial, que es una obra que se puede describir como espiritual o ministerial. Su obra se centra en dedicarse a la oración y el ministerio de la Palabra. El ministerio de la Palabra, dado lo que se ve claramente en Hechos sería el evangelismo (predicación dirigida a los inconversos e incrédulos para que ellos lleguen a recibir la salvación en Cristo y agregarse a la iglesia de Cristo) y la enseñanza interna en la iglesia. En Hechos 2:42 ya se vio que la iglesia se dedicó a la enseñanza de los apóstoles, señalando que ellos dedicaban una parte de su tiempo a la instrucción de los creyentes. No se sabe si los apóstoles dividieron las tareas según capacidad, con algunos enfocados en evangelismo y otros enfocados en la enseñanza interna, o si, más bien, cada uno tenía labores en las dos áreas. Sabemos que su obra también incluía disciplina por lo ocurrido en Hechos 5 con Ananías y Safira. Los apóstoles, entonces, tenían un conjunto de deberes enfocados en “el ministerio de la Palabra” y para eso necesitaban tiempo también para oración.
Lo que quedó un poco en el aire, por su dedicación a otras cosas, fue la administración práctica de las necesidades materiales de la iglesia. Los apóstoles, para resolver este tipo de problema (o prevenirlo) hubieron tenido que abandonar o descuidar sus otras obras. Considerando la cantidad de gente en la iglesia en Jerusalén (al menos 5000 personas), encargarse de la administración de las necesidades materiales hubiera sido un trabajo de tiempo completo para varios de ellos. Así, cuando ellos nombran los siete hombres, nombraron gente para encargarse de esta área. No eligieron otras personas para integrarse al grupo de apóstoles, sino hombres para un nuevo oficio de administración práctica. Siendo un oficio también importante y visible, que tendría efectos en la unidad de la iglesia y su reputación para con los de afuera, los siete hombres nombrados también tenían que reunir ciertas cualidades resumidas por Lucas como: buena reputación, llenos del Espíritu y llenos de sabiduría. Lo de buena reputación señala que tenían una vida moralmente ordenada para generar respeto general en sus relaciones con los demás. Los cristianos podrían depender de ellos sin cuestionar su integridad. También tenían que mostrar el fruto del Espíritu, las cualidades que demostraban que realmente andaban en la fe y arrepentimiento y que el Señor estaba cambiando sus vidas. Adicionalmente debían tener la capacidad para hacer la obra que había que hacer, resumida como sabiduría.
No se ha escapado la vista de varios que han estudiado la Biblia que la descripción de las labores y deberes de los apóstoles se asemeja a las labores designados al único oficio bíblico de liderazgo espiritual en la iglesia local. Este oficio se nombra en el Nuevo Testamento con tres términos usados intercambiablemente: anciano, obispo (que se puede traducir “supervisor” y así se entiende mejor su función) y pastor-maestro. Tampoco se ha escapado la vista de que la función de los siete hombres (su oficio no tiene nombre aquí) hacen un trabajo parecido a los diáconos en la Biblia. Por eso, en muchas Biblias, Hechos 6 tiene un título agregado por el editorial con la palabra “diáconos” en esta sección.
En la iglesia neotestamentaria, hay un oficio de liderazgo “espiritual” y un oficio de administración “práctica”. Los ancianos se encargan de lo anterior, mientras los diáconos en el otro.
Para la elección de los siete hombres, los apóstoles primeramente ponen requisitos, después dejen a la iglesia proponer gente idónea, y finalmente ellos instalan estas personas en el liderazgo con oración e imposición de manos. El proceso es, en algo, parecido a la elección de Matías en Hechos 1. Primero, hay requisitos, segundo proponen candidatos, tercero se instala el candidato. En el caso de Matías, también tenían que escoger entre dos ya que debían tener doce apóstoles, sin tener ni más ni menos. En el caso de los siete hombres, si la iglesia hubiera traído a más candidatos, a lo mejor hubieran tenido que elegir entre ellos de alguna forma. Pero, acá no tienen el mismo problema y procedan a instalar a los siete candidatos ya que, al parecer, poseían las cualidades solicitadas – aunque algunos en mayor grado que otros. Obviamente, si la iglesia hubiera traído hombres incompatibles con la labor, los apóstoles no los hubieran instalado en el puesto. La imposición de manos se debe hacer con seriedad y solamente después de aprobar el candidato (1 Tim 5:22)
En la elección de ancianos y diáconos, el Nuevo Testamento tiene poca información, Hechos 6 siendo uno de los ejemplos más claros y completos del proceso. Luego, cuando Pablo y Bernabé viajan o cuando Pablo deja a Tito en Creta simplemente habla de “designar” a ancianos en cada ciudad o en cada iglesia, sin especificar un proceso para este fin. Cualquier proceso que una iglesia decida emplear para estos fines debe tener considerado lo que se ve en Hechos 6 – requisitos, selección, evaluación e instalación.
