La unidad no es opcional en la iglesia de Cristo. Es una exigencia de Dios. La división es pecado o el resultado de otros pecados. Si uno ve Efesios, Juan 17, 1 Corintios 1-3, entre muchos textos más, encontramos la voluntad de Dios – que seamos unos.

Tres textos sobre unidad

  1. Juan 17. En su oración en Juan 17, Jesús indica que el mundo sabrá si somos realmente sus discípulos por nuestro amor los unos por los otros y también la unidad que refleja la unidad dentro de la Trinidad. Algunos han notado que parece ser una apologética autorizada por Jesús. Nuestro amor entre los hermanos de la iglesia es una forma valida que el mundo puede usar para evaluar nuestra sinceridad. División de la iglesia y bandas sectarias dañan el testimonio de Jesús. No es una unidad ecuménica (por desatención a la sana doctrina) sino una unidad como lo que existe dentro de la Trinidad. Unidad con verdad.
  2. Efesios 4. En Efesios 4:4-6 Pablo da una lista de cosas que deben unir a la iglesia. La Trinidad figura, como también la fe y la esperanza y el bautismo. Esta lista viene después de decir en Efesios 4:1-3 que una vida digna de nuestra relación con el Señor implica humildad, mansedumbre, paciencia, activamente soportando los unos a los otros y esforzándonos por preservar la unidad. La unidad no es opcional. No es algo que Dios ha dejado fuera de nuestro alcance. La unidad es una meta importante. A este fin, Dios nos ha dado a la iglesia liderazgo que pueda capacitar a los santos para la obra del ministerio de la iglesia. Cuando la iglesia funciona bien, unidos en la obra por la cohesión, creciendo en sana doctrina y hablando la verdad en amor, podemos obrar eficazmente por el Señor y alcanzar madurez en Él (Efesios 4:11-17). Varias de las instrucciones prácticas en Efesios 4:17ss la primera parte de Efesios 5 tienen que ver con cosas que promueven paz y unidad en la iglesia.
  3. 1 Corintios 1 – 3. Pablo es más fuerte en los primeros tres capítulos de 1 Corintios cuando escucha que la iglesia está con bandas dividiéndose por los predicadores populares que habían visitado la iglesia (Pablo, Pedro, y Apolos). Otra vez Pablo nombra cosas que deben promover unidad – Cristo, la cruz, y el bautismo en Cristo. Los predicadores antemencionados también predicaban el mismo mensaje del evangelio porque tenían la mente de Cristo, combinando pensamientos que venían del Espíritu Santo con palabras que venían del Espíritu Santo. Es decir, contaban con inspiración y revelación. Por ende, el deber de los cristianos es recibir y escuchar la Palabra, no dividirse. Los apóstoles trabajaban en un solo campo, un solo edificio, pero todo pertenece a Dios, quien da el crecimiento. Los obreros no son lo importante, sino solo Dios.  El edificio que van construyendo es la iglesia (el conjunto de los creyentes) y es el templo del Espíritu de Dios. Dios habita en su pueblo. Dios está presente con su iglesia. El que destruye al templo de Dios será destruido por Dios (1 Cor 3:17). Es evidente, dado el contexto, que la destrucción del templo que Pablo tiene pensado es división de una iglesia.

División de hermanos en Cristo según lideres o preferencias personales deshonra a nuestro Señor y es una afrenta contra su novia, la Iglesia. Dios nos ha dado herramientas y enseñanzas para preservar el vinculo de la unidad con amor fraternal. Nos ha dado ejemplo, nos ha dado relatos en su Palabra, y nos ha dado instrucciones claras. Si realmente amamos a Cristo, tenemos que mejorar la unidad y dividirnos mucho menos.

Tres manejos de conflicto en Hechos

  1. Hechos 6:1-7. En Hechos 6:1-7 tenemos el primer conflicto grande en la iglesia de Cristo, una amenaza a la unidad de la iglesia en una etapa delicada. Los Apóstoles manejaron el conflicto según la sabiduría de Dios, con el resultado en Hechos 6:7 que la iglesia creció aun más, su ministerio se potenció y hasta sacerdotes judíos se hicieron obedientes a la fe. Esto nos debe recordar que el conflicto no tiene que ser destructivo. Conflicto es parte de la experiencia de la interacción de personas con distintas historias, puntos de vista, y personalidades. Esto aumenta mucho más con nuestras tendencias pecaminosas e imperfecciones. Pero, el conflicto bien manejado es una oportunidad de crecimiento. Hay principios importantes en este texto: A) Hay un enfoque en el reino de Dios y fidelidad a Él en el liderazgo; B) Hay recepción del reclamo con madurez; C) Hay una propuesta para resolver el problema; D) Hay comunicación clara sin ambigüedades; E) Hay una solución que favorece a las víctimas (por lo menos según el reclamo); F) Hay una solución que potencia el ministerio de todos; G) Hay oración sincera.
  2. Hechos 15:1-35. En Hechos 15 un conflicto ha crecido referente al ingreso de gentiles al cristianismo. Dejaremos los temas de fondo para otro momento. Aquí, lo que nos interesa es cómo resolvieron el conflicto. Hay similitudes con el caso anterior, y no creo que es coincidencia. A) Hay un enfoque en el reino de Dios y la fidelidad a Él. B) Hay recepción del reclamo con madurez. C) Hay comunicación clara. D) Hay una resolución que potencia el ministerio de todos. También aquí podemos agregar que hay un conocimiento de la Escritura que informa al liderazgo y hay una pronta implementación de la resolución con seguimiento. Es decir, no es una solución solamente de palabras, sino también en acción.
  3. Hechos 15:36-41. En este caso Pablo y Bernabé tienen un desacuerdo acerca de la permanencia de un joven en el equipo misionero. No es un tema doctrinal. No es un tema moral. Es un tema personal acerca de lo que conviene para la obra y para la persona en cuestión. No encuentran una solución que permite mantener el equipo actual, sino que separan en dos equipos. Bernabé con Marcos y Pablo toma a Silas. Algunos agregan color al texto bíblico imaginando una pelea feroz entre Bernabé y Pablo. Pero, la Biblia no indica nada de animosidad entre ellos. Tampoco dice el texto que Pablo peleó con Marcos o cuestionó su fe. Simplemente habla de si es conveniente si Marcos fuera parte del próximo viaje. A fin de cuentas se separan, pero no creo que hay odio ni inmadurez entre ellos. Se ve en 1 Corintios 9:6 y 2 Timoteo 4:11 que Pablo menciona a estos dos (Bernabé y Marcos) de forma favorable. Algunos dicen que hubo una reconciliación. Yo, personalmente, cuestionó si hubo una rotura tan grave. A lo mejor fue una separación amable y estratégica sin perjudicar amistades. Si hubo división, después se reconcilió indicando una eventual buen manejo del conflicto. Si no hubo división, sino separación estratégica, quiere decir que hubo buen manejo de conflicto desde el inicio. No podemos ser dogmáticos donde la Escritura no habla, pero podemos ver claramente que la hermandad se preservó y la iglesia creció más con dos equipos misioneros.

7 Tips para manejo de conflicto

  1. Enfoque en Dios y su voluntad. Todo lo que hacemos debe glorificar a nuestro Señor. Debemos buscar primero su reino y su justicia. Es decir, debemos buscar que Él sea Rey de nuestras vidas y que nuestra prioridad es vivir conforme a sus normas. Los mandamientos más importantes son amor hacia Dios y hacia nuestro prójimo. El nuevo mandamiento de Cristo es amar los unos a los otros como Él nos ha amado – con un amor sacrificial. Lee 1 Corintios 13:4-7; Efesios 4:29-5:4; Filipenses 2:1-8 y ve si tus actitudes y acciones son conformes al amor. Hay que tener conocimiento bíblico para evitar pecados que también provocan conflicto, como envidia, celos, deseos pecaminosos, deseos desmedidos, soberbia, etc.
  2. Oración. No estoy pensando en oración protocolar, sino en oración sincera. En buena oración nosotros reconocemos la perfección de Dios en alabanza y su bondad para con nosotros en gratitud. Además, en la oración sincera y equilibrada nosotros debemos confesar nuestros pecados y volver a Dios. El arrepentimiento bíblico es una reorientación de nuestras mentes en que volvemos a buscar a Dios y su voluntad, así dando la espalda en nuestros caminos pecaminosos. En muchos conflictos uno tiene que reconocer que haya sido parte del problema. Confesamos nuestros pecados. En la suplica, pedimos sabiduría para resolver el conflicto en formas que favorecen al ministerio de la Palabra sin hacer daño innecesario a nadie. Pedimos por el bienestar de todos, especialmente por el otro en el conflicto. No es tu enemigo. Tu meta no es victoria sino restauración y reconciliación.
  3. Humildad. Tus preferencias, comodidades, y opiniones no son lo más importante. Pablo dice que tenemos que considerar al otro como más importante. Parte de la humildad será la capacidad de escuchar al otro con madurez. Cuando el otro está nombrando tus fallas o intentando corregirte es tentador tomarlo con inmadurez. Algunos se ponen defensivos, atacando con insultos o cortando la conversación. Otros se ponen mártires, con tristeza, pena, y hasta lagrimas para cerrarse emocionalmente y así evitar seguir recibiendo críticas. Es difícil recibir corrección, pero el sabio lo hace (Proverbios 19:20, p.ej.). Corrección es importante para nuestro crecimiento. Nos cegamos a nuestras fallas. La corrección de parte de otro es una oportunidad que debemos agradecer. Es más difícil cuando otros presentan sus reclamos en formas no tan propicias – mezclados con insultos, amenazas, o manipulación. Pero, si queremos ser maduros en Cristo tendremos que cultivar la humildad de saber si incluso si el reclamo no se hace de la mejor forma, el fondo podría tener razón. Hay que escuchar con introspección, auto examinación. En humildad, decides que si alguien va a salir personalmente perjudicado, tu lo aceptas… no como mártir, no para dejar rencor ni amargura en el corazón sino como Cristo se sacrificó por nosotros (Rom 12:17-19; 1 Cor 6:7; Mat 5:39-41). Se despojó de comodidad, derechos, y privilegios para buscar nuestro bienestar. Él es nuestro ejemplo de humildad. Incluso cuando tenemos que corregir al otro, Jesús nos instruye a revisar nuestros propios ojos para ver si hay alguna viga antes de “ayudar” al otro.
  4. Confesión. Cuando tu has sido parte del problema, hay que reconocerlo delante del otro, no solamente en oración silenciosa. Si has pecado, vaya al otro y confiesa tus pecados. “Hermano, te falté respeto. Sé que lo que dije y mi tono fue ofensivo. Te dañé y no seguí las instrucciones de Jesús.” “Hermano, llevé algo que te pertenece. Fue un robo. Rompí uno de los mandamientos de Dios y te hice daño.” En la confesión uno reconoce el pecado de forma clara y sin excusas. Hay que tener cuidado porque algunas formas de confesión, en formas sutiles, echan culpa a otros o minimizan la ofensa. Cuando tenemos que confesar pecado, hay que hacerlo directo y sin minimización ni deflexión. Hay que reconocer el hecho y el daño que provocó. A veces también tenemos que confesar cosas que no son pecado, pero igual hacen daño – como una falta de sabiduría. Pero, ¡no ocupes esta confesión si el problema realmente se trata de un pecado! Si tu pecado haya provocado daño, parte de tu confesión debe proponer un plan de restitución. Piensa en el caso de Zaqueo (Lucas 19:8).
  5. Comunicación. La comunicación dentro de un conflicto debe ser clara. La ambigüedad provoca más confusión y conflictos a largo plazo. Parte de la comunicación es escuchar con atención. Cuando el otro habla, no debemos estar pensando en nuestra respuesta. Debemos escuchar bien. Escucha lo que dice y lo que no dice. A veces alguien dice algo y nosotros rellenamos unos detalles que no estaban presentes. “No lo hice” se convierta en “no me es importante”. Pero este cambio no es necesariamente justificado. A lo mejor el otro no lo hizo porque estaba ocupado, o enfermo, o no sabía cómo hacerlo bien y no quería equivocarse. Cuando uno habla debe también hacerlo bien. Con claridad y precisión en las palabras escogidas. La comunicación debe ser comprensiva, sin insultos ni abuso verbal ni psicológico. Hay principios generales que ayudan en comunicación. Por ejemplo, evitamos generalizar (palabras como “siempre” y “nunca”), evitamos suponer motivaciones negativas (como “lo hiciste por ser egoísta” o “… para hacerme daño), o ir al contraataque (como “sé que hice esto, pero tú has hecho…”). Es aconsejable hablar por turnos, sin dominar la conversación. Es aconsejable no hacer estas conversaciones privados de sueño o con mucha hambre ya que estas cosas no hacen más emocionales y menos razonables. Aunque no debe ser necesario decir, pero la comunicación debe ser con la otra parte del conflicto, o con gente madura que pueda ayudar en la resolución. Hay casos cuando también podría ser necesario cooperar con las autoridades civiles o buscar asesoría. Hay casos en que podría ser necesario avisar a otra gente afectada. Sin embargo, si una persona no es afectada, no es parte del conflicto, y no es parte de una resolución, hay que tener harto cuidado de no caer en chismeo. Como es difícil, algunos simplemente evitan buena comunicación, pero tampoco es una opción viable. Algunas cosas podemos pasar por alto. Pero, si hay algo que hace daño (en el otro, en ti, o en terceros) o que perjudica la reputación de Cristo o el buen desempeño de la iglesia, hay que hablar (Mat 18:15; Efe 4:15).
  6. Ayuda. Todos necesitamos ayuda en algunos momentos. En la salud vamos a un medico y en temas legales a un abogado. En el conflicto a veces también necesitamos orientación y apoyo. No es malo (y no es chismeo) buscar ayuda de parte de gente madura que pueda aportar buenos consejos alineados con la Palabra de Dios para promover unidad, verdad, paz, amor, y santidad. A veces es bueno buscar ayuda en personas no directamente involucrados en el conflicto. En casos de abuso, la victima no tiene que estar a solas con su abusador. Y, a veces, es mejor que todo se haga a través de un tercero en casos donde hay riesgo de daños por abuso y manipulación. En algunos casos de conflicto en matrimonio, negocio, o iglesia todo ya se ha agravado tanto que es necesario buscar asesoría para el manejo del conflicto y una resolución. A veces, el tercero puede ser un mediador, ayudando a los dos a seguir principios de buena comunicación sin intervenir en la resolución en sí. En otros casos, se puede buscar un árbitro que pueda escuchar los dos lados y proponer una solución bíblica. En estos casos los dos lados deben aceptar la intervención desde antemano y comprometerse a acatar a la resolución emitida por el árbitro. Este tercero siempre debe ser un cristiano maduro con experiencia en manejo de conflictos y un buen trayecto de unidad con otros. Tal como en el matrimonio el deseo de Dios es una unión hasta la muerte el deseo de Dios para hermanos en Cristo y la iglesia es unidad. En algunos casos graves, sin embargo, el divorcio es permitido porque el voto matrimonial ya se ha quebrantado. De forma semejante, en algunos casos extremos hay apostasía (de una iglesia o de algunos hermanos) y división es necesaria e inevitable. Asesoría de cristianos con madurez en Cristo puede ayudar en la identificación de estos casos extremos porque a veces exageramos el caso por la cercanía y necesitamos un punto de vista más objetivo.  
  7. Esperanza. Dios ha ocupado instancias de conflicto para aumentar el ministerio de su iglesia y sus seguidores. No debes temer al conflicto ni tomar una postura muy pesimista. Uno tiene que mantener un cierto optimismo, o, mejor dicho, confianza que el mismo Señor puede obrar en ti y en el otro. Él es poderoso y puede socorrernos en nuestra necesidad. Puede ocupar circunstancias negativas para sacar algo bueno. Los momentos difíciles y costosos son una escuela para nosotros. Es precisamente ahí que crecemos en Cristo. Confía en Dios. En muchos casos uno puede lograr una resolución aceptable para todos. En algunos casos esto puede incluir una separación amable. A veces tenemos que perdonar y seguir hacia adelante, aunque el otro no quiere reconocer sus problemas. En Cristo podemos porque Él nos amó cuando éramos enemigos (no mejorándonos, no en proceso de hacer cambios, ni siquiera en reconocimiento de nuestros pecados). Murió por nosotros cuando éramos pecadores y enemigos. Nos amó cuando no merecíamos nada más y nada menos que castigo. ¿Podemos ser así con nuestros hermanos que nos hayan dañado y no quieren reconocerlo? Sí, podemos ser como Cristo. “Sean más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándose unos a otros, así como también Dios los perdonó en Cristo” (Efe. 4:32). No se desanimen. No se den por vencidos.

Conclusión

Aunque conflicto puede ser difícil y dañino, manejado bien según los principios bíblicos y la voluntad de Cristo, también puede ser una oportunidad para crecer en Cristo. Dios puede ocupar instancias de conflicto para producir algo mejor que antes. Jesús nos ha dejado instrucciones en su Palabra para ayudarnos a manejar bien diferencias y ofensas personales. Jesús nos ha dejado un ejemplo para manejar pecados graves también. En todo tenemos que velar por la voluntad de Dios que incluye la unidad de la hermandad para que el mundo sepa que somos discípulos de Jesús.

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