Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios. (Heb 12:1-2)
Botamos todo peso, todo lo que distrae y todo lo que estorba el enfoque, la dedicación, y la acción que debemos tener en Cristo. Hay muchas cosas en nuestras vidas que nos estorban. No todas las cosas que nos estorban son pecados. Hay cosas que no diríamos que son pecado, pero que sí impiden un buen caminar en el Señor Jesús. Podemos pensar en cosas como la timidez. Como Pablo tiene que recordar a Timoteo: Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Por tanto, no te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni de mí, prisionero Suyo, sino participa conmigo en las aflicciones por el evangelio, según el poder de Dios. (2 Tim 1:7-8) Un joven tímido con una misión tenía que vencer su timidez si iba a mantenerse enfocado en Cristo. No podría, como Pedro cuando caminó hacia Jesús sobre el agua, quitar su enfoque en el Evangelio de Cristo distraído por los peligros en su alrededor. Hay mucho que temer en este mundo, pero el temor fácilmente nos puede desviar o distraer. Incertidumbre es parecido, quitando la capacidad de tomar pasos firmes hacia adelante y haciendo cualquier progreso que haya más lento de lo que tiene que ser. También vergüenza y culpa no resueltas pueden impedir un buen proceder en el camino. Pablo pudiera haber vivido eso ya que, como él mismo dice, se consideraba el primero entre los pecadores e inmerecido del ministerio que llevaba. Sin embargo, pudo proceder porque sabía que sus pecados habían sido lavados por Cristo. Ananías le había instado a no esperar más sino a levantarse y ser bautizado, lavando así sus pecados mientras invocaba el nombre de Cristo. El mismo mensaje que Pedro dio en Pentecostés: arrepiéntanse y sea bautizado cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de pecados…, está disponible para nosotros hoy. Podemos botar nuestra culpa por Cristo.
También hay otras distracciones. Redes sociales reciben más de nuestra atención que la Biblia. La oración compite contra películas en internet y televisión. Culto compiten con una horita más de sueño y diversión con amigos. Hay cosas que no son malas, pero cuando salen del equilibrio pueden también quitar nuestros ojos del Autor y Consumidor de la fe, alejándonos de Él por nuestra inatención.
Botamos por Cristo todas estas distracciones.
También tenemos que botar por Cristo, eliminando los pecados que nos enredan tan fácilmente. La Biblia contiene muchas listas de pecados que pueden enredar a los cristianos. Odio, arrogancia, brujería, idolatría, avaricia, envidia, codicia, violencia, desenfreno, pecados sexuales, rabia, robos, insultos, mentiras, etc. Nos enredan. Endurecen el corazón. Oscurecen el entendimiento. Corrompen la voluntad. Tuercen la consciencia. Hay que botarlos.
Botamos por Cristo todos los pecados que nos enredan.
Es un buen momento para renovar nuestro enfoque, nuestra dedicación, y nuestra determinación para seguir con constancia en la carrera que tenemos por delante. Cristo nos llama a botar todo lo que hace competencia y buscar primero Su reino y su justicia.
Y si están pensando en como votar también, en una forma cristiana, sugiero que también pongan primero el reino de Dios y su justicia. Es decir, adquirir y someterse a la voluntad de Dios, la cosmovisión bíblica, y la función de gobiernos y gobernantes dentro de esta cosmovisión.
Si, me dan ganas de botar en vez de votar!
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