Y correspondiendo a esto, el bautismo ahora los salva a ustedes, no quitando la suciedad de la carne, sino como una petición a Dios de una buena conciencia, mediante la resurrección de Jesucristo, quien está a la diestra de Dios, habiendo subido al cielo después de que Le habían sido sometidos ángeles, autoridades y potestades. (1 Pedro 3:21-22)

 

El tema del bautismo es uno de los temas que conlleva mucha controversia dentro del cristianismo. Temas importantes incluyen el modo (inmersión, aspersión, o ablución), el sujeto (recién nacido o solamente creyentes), y el propósito. Otros asuntos son importantes en ciertos grupos (si tiene que ser administrado por un ministro, si el agua debe ser agua “viva”, etc.). El texto en 1 Pedro 3:21-22 no puede contestar todas estas dudas. Sin embargo, es un texto claro e importante en el tema.

Al mismo tiempo, es una doctrina que en general todas las Iglesias de Cristo (Movimiento de Restauración) han compartido. Es la creencia que el bautismo en agua es el momento en que Dios da salvación al creyente penitente. Es decir, si uno cree y se arrepienta, en el momento del bautismo recibe el perdón de pecados (Hechos 2:38).

Antes que nada, hay que notar que aquí hay una relación entre el arca de Noe y el bautismo. Específicamente, según Pedro el diluvio es una sombra de la realidad que se encuentra en el bautismo. Dios salvó a Noe y su familia en medio de las aguas (que representaban muerte). Dice Pedro, que esto es un símbolo de como el bautismo ahora nos salva.

En el debate acerca del propósito del bautismo, tiene que ser uno de los pasajes más claros. Dice textualmente que el bautismo salva. ¿En qué sentido? ¿Es algo mágico? ¿Hay algo en el agua? Obviamente, no. Y Pedro indica lo mismo. Pedro tiene tres frases que modifican a su cláusula principal: el bautismo los salva a ustedes. Las tres frases contestan ¿cómo? ¿Cómo los salva? Bueno, primeramente, Pedro aclara que no es por el hecho de bañarse. No hay nada en el agua. No es el hecho de meterse en el agua. ¿Cómo funciona? No es que uno puede limpiarse en el agua, sino que funciona como una petición. El bautismo en agua es como una oración. Pedimos que Dios haga su obra en nosotros cuando somos bautizados. Así que, el bautismo en agua no es una obra. Bueno, en un sentido podríamos decir que es una obra… es una obra de Dios. No el hecho de bañarse, sino lo que Dios hace en uno en este momento. ¿Qué es lo que Dios hace que nosotros pedimos en el bautismo? Es una buena conciencia. Es decir, somos perdonados para que nuestra conciencia pueda estar tranquilo. ¿Cómo los salva? Finalmente, Pedro dice de donde viene su eficaz. Tiene sus efectos mediante la resurrección de Jesucristo. Nosotros podemos morir y ser resucitados espiritualmente por someternos al bautismo solamente porque Jesús ya murió y resucitó físicamente. Es la obra de Jesucristo que nos salva.

Entonces, Pedro es claro, no solamente en el hecho de que el bautismo nos salva, sino también en específicamente qué quiere decir con eso y cómo funciona. El bautismo no nos salva como el cumplimiento de algún rito arbitrario. El bautismo no nos salva por magia o agua bendita ni nada semejante. El bautismo nos salva porque en el bautismo pedimos que Dios nos aplique la salvación que en su gracia nos ofrece. El bautismo nos salva porque Cristo ya hizo todo lo necesario para conseguir nuestra salvación. Lejos de ser legalismo o salvación por obras, el bautismo, incluso siendo condición para la salvación, predica fuertemente la salvación por gracia. 

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