Tened cuidado, hermanos, no sea que en alguno de vosotros haya un corazón malo de incredulidad, para apartarse del Dios vivo. Antes exhortaos los unos a los otros cada día, mientras todavía se dice: Hoy; no sea que alguno de vosotros sea endurecido por el engaño del pecado. Porque somos hechos partícipes de Cristo, si es que retenemos firme hasta el fin el principio de nuestra seguridad, (Heb 3:12-14)
El autor de Hebreos ve que los cristianos enfrentan un peligro real e importante. En su época, parece que unos cristianos judíos pensaban volver a su religión anterior. Ahora, la mayoría de los cristianos son gentiles y no tienen la tentación de hacerse judíos (aunque esta tentación aparece de vez en cuando). Pero, el peligro no es solamente eso. Mientras algunos cristianos hoy niegan la realidad del peligro, el autor de Hebreos lo menciona una y otra vez. Habla aquí de la posibilidad de “apartarse” de Dios, de ser “endurecido” contra Dios para que su palabra no puede penetrar nuestras vidas. También habla de la necesidad de retener algo “hasta el fin” poniéndolo como una condición para realmente ser “partícipes con Cristo”.
Tal como muchos salieron de Egipto, pero pocos de ellos llegaron a la tierra prometida, muchos salen de su esclavitud al pecado sin llegar a la promesa de Cristo. Lo que es verdad de la salvación también es verdad en muchos ámbitos de la vida. Las cosas que comenzamos bien no necesariamente terminan bien. Podemos empezar algo con muy buenas intenciones, y tener que abandonar el emprendimiento después. ¿Cuántos cristianos hacen eso con su fe? ¿Cuántos pastores-ancianos hacen eso con su ministerio? ¿Cuántas iglesias enteras hacen eso con su rumbo, dirección, y gestión? La verdad es que es muy fácil apartarse de Dios si uno no presta atención (como advertía el capítulo anterior). ¿Cómo podemos evitar el peligro? El autor de Hebreos dice que debemos prestar atención en otros lugares. Aquí nos da otra instrucción para nuestra protección.
Tenemos que tener la valentía como para exhortar bien los unos a los otros. Tenemos que tener la humildad como para recibir bien la exhortación de los demás. Puede ser que uno ya anda en un mal camino y necesita una corrección. Pero, uno, en sus circunstancias rigurosas, no alcanza alzar su mirada para ver lo que está haciendo. No ve que las medidas que toma para resolver un problema desencadenan otra serie de desastres. No considera las ramificaciones de sus decisiones cotidianas porque vive de crisis en crisis, resolviendo a cada uno en su momento, pero sin lograr escaparse del ciclo. Pero, si podemos recibir bien las exhortaciones e incluso críticas de otros, podemos aprovecharlas para corregir prácticas, conductas, y creencias que no provienen de la Palabra de Dios.
Muchos resisten la idea de poder apartarse y perder la salvación por diversos motivos. Pero, en rechazar la idea se ponen justo en el peligro que el autor de Hebreos ve y advierte, excluyendo así la posibilidad de que la exhortación bíblica sirva. Tampoco querien escuchar exhortaciones en general – quieren vivir su vida de su forma. No quieren escuchar criticas. Así evitan mucho crecimiento y se ponen en peligro también.
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