Oraculos de Dios

Pablo prevé un montón de objeciones (o tal vez sabe que algunos han dicho estas cosas) a lo que ha dicho hasta el momento. ¿Hay ventaja en ser judío? ¿Hay algo malo en la ira de Dios? ¿Debemos hacer mal para que venga el bien?

¿Cuál es, entonces, la ventaja del judío? ¿O cuál el beneficio de la circuncisión? Grande, en todo sentido. En primer lugar, porque a ellos les han sido confiados los oráculos de Dios. Entonces ¿qué? Si algunos fueron infieles, ¿acaso su infidelidad anulará la fidelidad de Dios? ¡De ningún modo! Antes bien, sea hallado Dios veraz, aunque todo hombre sea hallado mentiroso; como está escrito: «PARA QUE SEAS JUSTIFICADO EN TUS PALABRAS, Y VENZAS CUANDO SEAS JUZGADO». Pero si nuestra injusticia hace resaltar la justicia de Dios, ¿qué diremos? ¿Acaso es injusto el Dios que expresa Su ira? Hablo en términos humanos. ¡De ningún modo! Pues de otra manera, ¿cómo juzgaría Dios al mundo? Pero si por mi mentira la verdad de Dios abundó para Su gloria, ¿por qué también soy yo aún juzgado como pecador? ¿Y por qué no decir, como se nos calumnia, y como algunos afirman que nosotros decimos: Hagamos el mal para que venga el bien? La condenación de los tales es justa. (Rom 3:1-8)

La segunda objeción tenía que ver con la ira de Dios, ya hemos visto en Romanos 1. Dios es justo al juzgar con santa ira. También es un tema muy cuestionado hoy.

La tercera objeción es absurda. Es una calumnia más que una objeción. Es frecuente hasta hoy que hay personas que insultan y atacan en lugar de hacer argumentos basados en la Biblia.

Pablo contesta a la primera señalando que el judío tiene ventaja. Una de las ventajas más importantes es que ellos recibieron las Escrituras. Tenían acceso a la Palabra de Dios. Eso, como vimos, no es lo que hace que uno sea justo. Pero, eso no quiere decir que no sea una ventaja. Por la Biblia uno sabe de la naturaleza de Dios, de la voluntad y carácter de Dios, de las obras que Dios ha hecho. ¡Podemos conocer a Dios! Algunos hoy minimizan la Escritura diciendo que realmente Jesús es la Palabra de Dios, no la Biblia. Confunden frases por similitud. Claro, Jesús es el Logos. Es cierto. Pero, la Biblia también habla de la Escritura de esa forma.

DEBEMOS CREER Y OBSERVAR LA BIBLIA

Algunos cristianos temen la “bibliolatría”. Su idea es que la Biblia se puede elevar de sobremanera, alcanzando un nivel paralelo a Jesús en la fe de algunos. Solamente Jesús murió por nosotros. Es Jesús que realmente es “Palabra de Dios” (“el Verbo”, como sale en muchas traducciones). El hecho de elevar un libro al nivel de Dios es peligroso. Los cristianos deben siempre recordar que Jesús es más importante que palabras escritas. Estas son las ideas citadas los que no quieren elevar mucho a la Biblia.

Es una idea que considero bien errado en algunos sentidos importantes. Ahora, tienen razón de que es Jesús quien murió en la cruz y es, como dijo él, el único camino al Padre. No hay ningún sustituto – solo en Jesús hay salvación. La Biblia no es nuestro Dios. Pero, si decimos solamente eso sería fácil olvidar que la Biblia es la Palabra de Dios. Dios hizo una gran labor a lo largo de dos mil años, en docenas de autores, en distintos continentes, en varias naciones y culturas – todo para darnos su comunicación grabada en palabras escritas.

La Biblia, si es la Palabra de Dios, es digna de ser creída y observada. Si es la comunicación fidedigna del Dios omnipotente, debe ser nuestra fuente normativa de doctrina para la fe y la práctica. Debe ser nuestra fuente principal de teología y moralidad. Debe informar todas nuestras decisiones. La Biblia misma es clara acerca de eso – Pablo dice que el Antiguo Testamento tiene las “palabras mismas de Dios” (Romanos 3:2, NVI – “oráculos” es una forma antigua de hablar de dichos que vienen de Dios), Hebreos cita la Escritura como las palabras del Espíritu Santo (Hebreos 3:7, p.ej.), y Jesús citó el Antiguo Testamento indicando que “la Escritura no se puede violar” (Juan 10:35). Además, Pedro señala que los escritos de Pablo son Escritura (2 Pedro 3:15-16) y Pablo cita los Evangelios como Escritura (1 Timoteo 5:18 — Lucas 10:7). En fin, debemos tratar a toda la Escritura (Antiguo Testamento y Nuevo Testamento) como si exhalada por Dios (2 Timoteo 3:16). Viene de Él y, por lo tanto, es inspirada, inerrante (libre de errores), e infalible (no podría tener errores). A la medida que lo que tenemos en la mano se iguala al texto original, también posee estas características (no se dejan engañar por gente que usan estas palabras con otra definición – “la Biblia inspira” no es lo mismo que decir que es “inspirada” en el sentido de arriba; “la Biblia infaliblemente cumple con buenas cosas” no es lo mismo que decir que la Biblia es no contiene errores).

El hecho es que no podemos separar la autoridad de una persona de la autoridad de sus palabras. Un soldado no puede decir que respeta a su general, pero no reconoce la autoridad de su ordenes verbales. Sería castigado por insubordinación porque la autoridad de una persona se expresa en sus palabras. Si la Biblia es la Palabra de Dios, lleva la autoridad de Dios.

Por todo eso, podemos decir, en una forma real, que la Biblia es central en nuestra fe. Podemos elevar a la Biblia sin temor. Podemos creerla y guardarla, porque creerla y guardarla es creerle a Dios. No debemos dejar de adorar a nuestro Dios trino exclusivamente. Tampoco debemos pensar que podemos insultar y menospreciar a su Palabra sin hacer lo mismo a él.

La Biblia es un fundamento y cimiento firme para nuestra fe. No es malo reconocer esto y aferrarnos a la verdad. Hay que recordar a los cristianos que erróneamente menosprecian a la Biblia que en ella tenemos las palabras autoritativas de nuestro Señor – no solamente en las letras rojas; en todo lo que él inspiró por su Espíritu Santo.

Depravación

NO HAY QUIEN ENTIENDA, NO HAY QUIEN BUSQUE A DIOS. TODOS SE HAN DESVIADO, A UNA SE HICIERON INÚTILES; NO HAY QUIEN HAGA LO BUENO, NO HAY NI SIQUIERA UNO. (Rom 3:11-12)

Hay ciertas líneas en el cristianismo que enseñan una idea llamada depravación total o inhabilidad total. Su idea, que viene de Agustín, es que el ser humano nace en una condición incapaz de hacer lo que agrada a Dios de tal grado que no pueden ni siquiera aceptar el evangelio cuando les es predicado. A veces citan este texto como una evidencia, pues Pablo dice “no hay quien busque a Dios” y “no hay quien haga lo bueno”.

Sin embargo, este texto no apoya su argumento. Lo que Pablo dice es cierto. Los que no creen en la llamada “depravación total” no creen que la gente busque a Dios, sino que Dios nos buscó a nosotros. Creemos que uno tiene la capacidad (o natural o por un concepto llamado gracia preveniente) de aceptar el evangelio. Dios toma la iniciativa.

Con respecto a la idea de una inhabilidad total podemos afirmar con un fuerte “amen” que los pecadores son totalmente incapaces de salvarse a sí mismo ni iniciar su salvación. Dios tomó la iniciativa en preparar un pueblo. Dios tomó la iniciativa en enviar al Mesías a morir por nuestros pecados. Dios tomó la iniciativa en escoger apóstoles y formar la primera iglesia. Dios tomó la iniciativa al enviar el Espíritu Santo para hacer su morada y dar dones. Dios tomó la iniciativa en enviar evangelistas a predicar las buenas nuevas de Jesús. Dios es el único que puede otorgar su gracia y misericordia al pecador. El pecador no puede merecer la salvación. El pecador no puede contribuir a su salvación.

Nada de esto implica que el pecador no puede aceptar el evangelio predicado con las condiciones que Dios pide. No hay quien busque a Dios, pero hay algunos que responden cuando Dios les llama. No hay quien haga lo bueno, pero hay algunos que responden a Dios con fe y arrepentimiento. No hay quien se salve por obras de la ley, pero hay personas que se salvan por fe en Dios.

Este texto no enseña ni apoya la supuesta “depravación total” pero sí la universalidad del pecado y la necesidad de salvación que viene de Dios. “Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo.” (Rom 10:17) Cuando uno se salva por fe, es una obra de la palabra de Cristo.

Pecadores

¿Entonces qué? ¿Somos nosotros mejores que ellos? ¡De ninguna manera! Porque ya hemos denunciado que tanto judíos como griegos están todos bajo pecado. Como está escrito: «NO HAY JUSTO, NI AUN UNO; NO HAY QUIEN ENTIENDA, NO HAY QUIEN BUSQUE A DIOS. TODOS SE HAN DESVIADO, A UNA SE HICIERON INÚTILES; NO HAY QUIEN HAGA LO BUENO, NO HAY NI SIQUIERA UNO. SEPULCRO ABIERTO ES SU GARGANTA, ENGAÑAN DE CONTINUO CON SU LENGUA. VENENO DE SERPIENTES HAY BAJO SUS LABIOS; LLENA ESTÁ SU BOCA DE MALDICIÓN Y AMARGURA. SUS PIES SON VELOCES PARA DERRAMAR SANGRE. DESTRUCCIÓN Y MISERIA hay EN SUS CAMINOS, Y LA SENDA DE PAZ NO HAN CONOCIDO. NO HAY TEMOR DE DIOS DELANTE DE SUS OJOS». Ahora bien, sabemos que cuanto dice la ley, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se calle y todo el mundo sea hecho responsable ante Dios. Porque por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de Él; pues por medio de la ley viene el conocimiento del pecado. Pero ahora, aparte de la ley, la justicia de Dios ha sido manifestada, confirmada por la ley y los profetas. Esta justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo es para todos los que creen. Porque no hay distinción, por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios. (Rom 3:9-23)

Pablo llega a una conclusión importante en Romanos 3, todos son pecadores. Es una conclusión que el mundo no quiere escuchar. La gente prefiere ser victima o, tal vez, admitir una cierta debilidad. A lo mejor, podrían incluso decir que tienen imperfecciones y no alcanzan su potencial. Lo que dice Pablo es diferente – somos todos pecadores. Los judíos no escapan de la condición por tener la ley. Los gentiles no escapan por no tener acceso a la ley escrita. Todos tienen ley. Ninguno obedece la ley que tiene. Por ende, todos son pecadores.

Cuando Pedro predicó su primer sermón después de la muerte, resurrección, y ascensión de Jesús, mencionó la culpa que tenía su audiencia. Cuando Pablo predicó en Atenas mencionó que enfrentarían un Juez perfecto. Su ignorancia no seria excusa. Resulta que parte de la presentación del evangelio es aclarar el problema. El problema es el pecado que nos separa de Dios y nos expone a la santa ira de su juicio perfecto. El problema es que nuestra salvación no funciona como balanza donde si he pecado tengo que hacer más buenas obras para compensar. Más bien funciona así: ningún pecador puede ser salvo por obras de la ley. Como todos somos pecadores, podemos decir con Pablo: “por obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de Él…”

Muchos quieren saltar a las buenas nuevas de Jesús. Jesús te ama. Jesús quiere salvarte. Pero, hasta que entendemos la gravedad del problema que enfrentamos la oferta de Cristo parece menos necesario. Parece opcional. Tengo un auto que me gusta ¿por qué necesito este otro? Tengo buena salud ¿Por qué debo tomar esta vitamina? Al ver el caso real, sin embargo, se da cuenta que no es así para nada. Sin Cristo morimos; con Cristo vivimos. La gente necesita escuchar el diagnostico para poder recibir las buenas nuevas. Un médico que quiere ser buena onda y , por lo tanto, decide no compartir los resultados negativos de los exámenes sino solamente recomendar un remedio sería considerado poco ético. Es parte del trabajo del cristiano compartir un diagnostico doloroso. Si las personas entienden más la extrema gravedad de su predicamento, hay más posibilidad de que van a aceptar el remedio.

Hablando de otro caso, pero expresando la idea general, Pablo dice: “Porque si bien les causé tristeza con mi carta, no me pesa. Aun cuando me pesó, pues veo que esa carta les causó tristeza, aunque solo por poco tiempo; pero ahora me regocijo, no de que fueron entristecidos, sino de que fueron entristecidos para arrepentimiento; porque fueron entristecidos conforme a la voluntad de Dios, para que no sufrieran pérdida alguna de parte nuestra. Porque la tristeza que es conforme a la voluntad de Dios produce un arrepentimiento que conduce a la salvación, sin dejar pesar; pero la tristeza del mundo produce muerte.” (2 Cor 7:8-10)

Prediquemos con valentía las buenas nuevas de Jesús, incluyendo por qué la salvación es necesaria. Somos pecadores y la única forma de ser salvo es por la gracia disponible solamente en Cristo Jesús.

Dos opciones para ser salvo

Pero ahora, aparte de la ley, la justicia de Dios ha sido manifestada, confirmada por la ley y los profetas. Esta justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo es para todos los que creen. Porque no hay distinción, por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios. (Rom 3:21-23)

En esta sección, Pablo llega a la solución al problema que ha presentado. Ya que nadie alcanza la gloria de Dios y salvación debido a su pecado y el castigo que trae, Dios ha provisto otra manera de ser justo. Ahora hay una justicia que se obtiene no por cumplimiento de leyes ni por buenas obras como para mover alguna balanza cósmica. Esta nueva justicia se obtiene por medio de la fe en Jesucristo. Es para todos los que creen. Cualquier persona dispuesta a venir a Cristo con fe puede recibir esta justicia de Dios.

Es importante notar que Pablo tiene visto que hay dos caminos para ser contado justo delante de la ley. Esta distinción ayuda a entender lo que sigue en esta carta. El primer camino es el camino de ley. Cuando habla de este camino ocupa otros términos también – obras, sueldos, etc. Cuando habla del camino nuevo también tiene un conjunto de palabras para describirla – fe, gracia, dádiva, etc. Hay un contraste importante entre los dos caminos. Cada camino tiene varios términos para describirlo. Eso no quiere decir que son sinónimos. La fe no es la misma cosa que la gracia. Pero, la fe y la gracia van mano en mano.

Viendo eso, también es relevante recordar que Pablo no habla solamente en contra de la ley de Moisés. Él habla contra cualquier código legal que no podría usar pensando que puede ganar su propia salvación. Si obedeces la ley de Moisés, pero pecas, no puedes ser salvo por ley. Si obedeces el sermón sobre el monte de Jesús pero pecas, no puedes ser salvo por ley. Si obedeces las instrucciones morales y eclesiásticas de Pablo y Pedro en sus cartas pero pecas, no puedes ser salvo por ley. Ninguna ley, ningún conjunto de leyes, ningún código legal y moral puede salvar a un pecador.

Las buenas nuevas son el mensaje de que Cristo abrió otro camino, provee una justicia de Dios por otro medio. En lugar de exigir obediencia completa, está dispuesto a recibir fe en lugar de obediencia perfecta. ¡Es una buena oferta! Mejor que cualquier oferta en el supermercado, incluso. El hecho de que Dios ofrece recibir fe en lugar de perfección para salvarnos es nuestra única oportunidad de ser salvos.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16)

En la próxima sección de Romanos 3 Pablo hablará del cómo. ¿Cómo puede Dios hacer esto y seguir siendo justo? ¿Cómo puede contarme justo si soy injusto? ¿Cómo puede justificarme si soy pecador y merezco su juicio? ¿Puede hacer todo esto sin ser injusto e infiel a su propia santidad y rectitud? La respuesta es que sí, y la forma en que Dios lo hizo es realmente asombroso. Nos debe llevar a una alabanza y adoración profunda, de corazón. Dios lo hizo enviando al mundo a su propio Hijo unigénito a morir por los pecadores y abrir el camino de la salvación a quienquiera que venga con fe en Jesús. 

Salvación

Todos son justificados gratuitamente por Su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios exhibió públicamente como propiciación por Su sangre a través de la fe, como demostración de Su justicia, porque en Su tolerancia, Dios pasó por alto los pecados cometidos anteriormente, para demostrar en este tiempo Su justicia, a fin de que Él sea justo y sea el que justifica al que tiene fe en Jesús. (Rom 3:24-26)

En Romanos 3:24-26 tenemos un texto de alta importancia para comprender el sentido de la muerte de Cristo y por qué juega un papel tan central en la fe cristiana.

Primero, vemos que la justificación es gratuita para nosotros. Costó mucho para Jesús. Es condicional. Pero, es gratuito. No tenemos que merecerlo y no viene como un sueldo a cambio de nuestras obras. Lo que Jesús ofrece es algo que no podríamos comprar ni ganar. No podemos contribuir nada a nuestra propia salvación. Cuando habla de justificación, podemos usar esta palabra casi como sinónimo de “perdón de pecados”. Habla de las dos formas de ser contado justo delante de la ley. La primera forma es por obedecer la ley. Esta forma ya se descarta para el transgresor, los pecadores como nosotros. La segunda forma es por sufrir el castigo. Como un imputado cuando sale de la cárcel ya no tiene que responder nunca más por la misma infracción, nosotros tenemos cubiertos nuestros pecados. Somos contados por justos. Somos justificados. El hecho de que sea gratuito para nosotros se encapsula en la palabra “gracia”.

El problema es que nuestro castigo no es como pasar un rato en la cárcel. Después de nuestro castigo merecido no hay nada, porque nuestro castigo es eterno – separación de Dios y todas las bendiciones que vienen del Él. Por eso es importante que tuvimos alguien que tomara nuestro lugar. Obviamente, es Jesús. Solo Jesús pudo morir por seres humanos (porque se hizo hombre), por todos los seres humanos (porque es Dios encarnado), y sin tener que pagar su propio castigo (porque vivió con tentaciones, pero sin pecado).

Dios hizo esta obra en Jesús porque quiere ser Justo y el que justifica. Es decir, quiere perdonarnos sin ser infiel a su propia justicia y santidad. Dios ama a todos, incluidos los pecados. Dios también es justo y santo. El amor de Dios se expresa hacia los pecadores en gracia y misericordia. La justicia y santidad de Dios se expresan hacia pecadores en ira y juicio. Dios no quiere simplemente ignorar o vulnerar parte de su propio carácter perfecto. Así que hizo una obra que le permite amar con gracia, perdonando a pecadores y ser perfectamente santo, castigando al pecado.

Jesús cargó con nuestras culpas (Isaías 53) y murió por nuestros pecados (1 Cor 15:3). Él llevó el castigo que nosotros merecíamos. Él aguantó el juicio de Dios por nuestros pecados. Este concepto, llamado “propiciación” o “sustitución penal” es muy cuestionada hoy. Muchos no quieren que Dios sea un Dios de ira. Muchos no quieren conocer un Dios dispuesto a castigar el pecado así de fuerte. Inventan otras ideas para minimizar este aspecto. A lo mejor la cruz fue simplemente victoria sobre la muerte. A lo mejor la cruz fue solamente una demostración del amor de Dios, o de la gravedad del pecado, o de la fidelidad de Dios según su pacto.

Sin embargo, la Biblia enseña claramente con la palabra propiciación estas ideas.

Un poco más sobre la propiciación

Este texto presenta la base de nuestra salvación, pero no es sin controversia. Al corazón de la controversia está el concepto de propiciación. En algunas traducciones, los traductores han optado por palabras más fáciles. En la Reina-Valera, La Biblia de las Américas, y la Nueva Biblia de las Américas dice propiciación. En la Biblia Textual dice “sacrificio expiatorio”. Semejante es la NVI que dice “sacrificio de expiación”. La Nueva Traducción Viviente dice “sacrificio por el pecado”. Otra traducción tiene el concepto clave sin la palabra, como “sufriera el castigo que nosotros merecemos” (Castellano). Pero, la Lenguaje Actual tiene solamente “morir por nosotros” y Dios Habla Hoy dice que fue “el instrumento de perdón.”

El concepto de la propiciación es la idea de una ofrenda o un sacrificio para absorber la ira de Dios. Mientras hay algunos que propongan otros argumentos, Leon Morris hace un buen argumento defendiendo este concepto de propiciación en el contexto bíblico en The Atonement: It’s Meaning & Significance. La palabra aparece en nuestras biblias (dependiendo de la traducción) aquí en Romanos 3:25; Hebreos 2:17; 1 Jn 2:2; y 1 Jn 4:10.

El concepto bíblico no es el concepto pagano, pero tiene algo en común. En el mundo pagano los dioses caprichosos se enfadaban en muchos momentos de forma impredecible. Su enojo descontrolado se aplacaba solamente con holocaustos. Para apaciguar su colera había que sacrificar animales o seres humanos a los dioses esperando que esto fuera suficiente para tranquilizar el dios molesto.

Puedes ver lo que hay en común y lo que hay de diferente. El Dios bíblico tiene ira justificada y muy predecible (su mensaje fue anunciado con leyes claras basado en un estándar de justicia perfecta). La ira de Dios no es ni caprichosa ni descontrolada. El juicio de Dios tiene parámetros establecidos. El sacrificio propiciatorio no tiene el fin de apaciguar su enojo descontrolado, sino de satisfacer la justicia divina.

Algunos se preocupan pensando que el sacrificio de Jesús sería una desviación de la prohibición de sacrificio humano en el Antiguo Testamento. Algunos llegan al extremo de alegar una especie de abuso infantil divino si Dios derramó su juicio en su propio Hijo. Lo que estos se olvidan es que Jesús no fue cualquier ser humano corriente. Es Dios encarnado. Es el único Sumo Sacerdote capaz de ofrecerse a Sí mismo. Todo el sistema de sacrificios del Antiguo Testamento fue diseñado para apuntar a Él. Jesús no fue víctima. Él se ofreció voluntariamente y en pleno conocimiento y acuerdo con la voluntad del Padre.

La idea de propiciación sufre si uno niega la ira y juicio de Dios. La propiciación es cuestionable si uno no afirma la Trinidad. La propiciación tiene menos sentido cuando abandonamos otros conceptos y doctrinas bíblicas. Pero, si retenemos la fe una vez entregada para todos, podemos mantener la idea de propiciación mencionada varias veces en el Nuevo Testamento.

En lugar de adaptar el Nuevo Testamento a nuestras sensibilidades, debemos adaptar nuestras sensibilidades a lo que enseña la Palabra de Dios.

Salvación condicional – fe, etc.

“¿Dónde está, pues, la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿La de las obras? No, sino por la ley de la fe. Porque concluimos que el hombre es justificado por la fe aparte de las obras de la ley. ¿O es Dios el Dios de los judíos solamente? ¿No es también el Dios de los gentiles? Sí, también de los gentiles, porque en verdad Dios es uno, el cual justificará en virtud de la fe a los circuncisos y por medio de la fe a los incircuncisos. ¿Anulamos entonces la ley por medio de la fe? ¡De ningún modo! Al contrario, confirmamos la ley.” (Rom 3:27-33)

No hay motivo de jactancia para los salvos. Todos los que son salvos cuentan con salvación sin ayuda suya. La salvación es completamente un regalo de Dios. “Aparte de las obras de la ley” indica que ninguna obra buena, ningún rito o ceremonia, ni siquiera si uno pudiera vivir de aquí en adelante sin pecado podría expiar el pecado que haya cometido. Por ende, no pueden contribuir a la salvación de uno. Si quieres ser contado justo y santo, no hay nada que puedes hacer para conseguir esta condición por tu propio esfuerzo. Como ya se ha visto, Cristo abrió otro camino. El camino de la gracia. Podemos ser justos sin obras.

Pero, el hecho de que la gracia sea inmerecido y el hecho de que no podemos contribuir a nuestra salvación, no implica que la salvación es incondicional. La Biblia claramente nos presenta una salvación condicional. Es decir, para contar con la salvación hay que cumplir con ciertas condiciones.

Un médico decide ofrecer a un amigo una consulta médica gratuita. Le dice: si vienes a mi oficina a las 10:00 mañana, te haré el tratamiento gratis. Si el paciente se sana, no puede tomar parte de crédito, ni decir que lo que le sanó fue la oficina ni que las 10 de la mañana le sanó de alguna forma. El médico, con su conocimiento y disposición, junto con cualquier remedio es lo que le sanó. Dios nos salva por gracia, hecho posible por la obra de Jesús en la cruz. Las condiciones – nuestra fe, arrepentimiento y bautismo –  si bien son necesarios, no contribuyen a la salvación.

Un rico decide regalar 2 millones de pesos a cualquier persona. Solo tienen que reunirse con él en un cierto estacionamiento. Si la persona que recibe los 2 millones de pesos dice que lo ganó como sueldo porque tuvo que reunirse con el otro y abrir un sobre, sería loco. También, si dice que el estacionamiento es parcialmente responsable por el regalo de dinero, sería loco. El hecho de que haya un requisito mínimo no nulifica el regalo ni lo convierte en un suelo.

Una salvación condicional es completamente compatible con una salvación por gracia sin obras. Las condiciones de la salvación no son obras en el sentido paulino porque uno no atribuye su salvación a estas cosas. La fe no salva directamente. Dios salva. Pide fe. Uno es salvo por medio de la fe. El arrepentimiento no salva directamente. Dios salva. Pide arrepentimiento. Uno es salvo por medio de fe con arrepentimiento. El bautismo no salva directamente. Dios salva al creyente penitente en el momento de su bautismo. Podemos reconocer condiciones para salvación sin caer en salvación por obras porque en estas cosas es Dios quien salva.  

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